Santos cede a presión del Ejército y le devuelve la comandancia de las Fuerzas Militares

Santos cede a presión del Ejército y le devuelve la comandancia de las Fuerzas Militares

Mucho antes de lo que se anticipaba, el Presidente Juan Manuel Santos y el nuevo Ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón cambiaron la cúpula militar. Con esta movida, Santos cede a la presión del Ejército y le devuelve el poder supremo dentro de las Fuerzas Militares.

Durante el año que lleva en el Gobierno, el Presidente ha demostrado que cuando algún grupo de poder lo presiona lo suficiente, él accede sus peticiones. Lo hizo con el paro de los camioneros, que lograron que el Gobierno retirara los decretos que eliminaban la tabla de fletes creando precios de transporte artificialmente altos y que, además, les perdonara los comparendos que estaban en mora hace más de tres años; modificó el incremento del salario mínimo a principios de año después de que los sindicatos (y el Vicepresidente Angelino Garzón) protestaron; en marzo reversó una reducción arancelaria después de que la Coalición para la Promoción de la Industria Colombiana, que reúne a poderosos industriales, puso el grito en el cielo; y más recientemente, eliminó el componente del ánimo de lucro en la reforma educativa que la Ministra María Fernanda Campo había dicho que era lo más revolucionario de su reforma, aceptando como válidos los argumentos de los rectores de las universidades y respondiendo a las crecientes protestas estudiantiles. Por lo tanto no es extraño que ahora ceda a un grupo que es aún más poderoso que los anteriores, que es el de los militares.

La Fiscal Viviane Morales.
Jerónimo Uribe.
El General Óscar Naranjo, director de la Policia Nacional.

Como lo dijeron en sendas columnas personas que conocen el Ejército por dentro, un sector importante de esta institución llevaba varios meses en una especie de ‘Operación Tortuga’ porque, además de sentir que no gozan de suficientes garantías jurídicas para actuar en el campo de batalla sin terminar empapelados, se resistían a ser liderados por un Almirante de la Armada en cambio de un general de su propia fuerza.

Es posible que el Almirante Cely careciera de la fuerza y del conocimiento suficiente del día a día de la guerra para liderar exitosamente a las Fuerzas Militares. Pero su principal problema no era ese. Era venir de la Armada, cuando han sido los del Ejército los que tradicionalmente han comandado todo el aparato militar.

El Ejército no sólo supera con creces el tamaño combinado de la Fuerza Aérea y de la Armada, sino que la guerra colombiana es principalmente terrestre, así la superioridad aérea le haya dado a las Fuerzas Militares una gran ventaja sobre la guerrilla en los últimos años.

Las operaciones conjuntas que Santos ha tratado de estimular desde que era Ministro de Defensa -tratando de emular el modelo gringo-, funcionan cada vez mejor en el terreno en operaciones puntuales. Pero esa cultura de actuar y ser como una sola fuerza no ha logrado permear la institución militar.

El fracaso de Cely en la comandancia de las Fuerzas Militares fue una muestra de ello y, por eso, ante las ‘manos caídas’ de una buena parte del Ejército, Santos tuvo que devolverle el cargo de Comandante de las Fuerzas Militares y ascender al General Navas, que era el Comandante del Ejército, para que reemplazara a Cely.

“Al Presidente y a Pinzón les tocaba hacer ese cambio porque el problema no era Rivera, sino que a Cely no le querían trabajar”, dijo a La Silla Vacía una persona que conoce de primera mano el Ejército. “Como se acabó la presión por resultados, disminuyeron la velocidad porque por hacer mucho los meten a la cárcel. Pero como antes la presión era tan fuerte por resultados, pues preferían arriesgarse. Si nadie empuja por detrás, prefieren no dar un paso adelante para no envainarse. A Mantilla sí le van a correr”.

Los cambios

Aunque es preocupante que pese a las millonarias inversiones que el país ha hecho en las Fuerzas Militares, la institución no haya logrado modernizarse del todo y recurra a tácticas de presión poco profesionales y que Santos ceda a ellas, la nueva cúpula -según varios expertos consultados- es excelente.

Es una cúpula integrada por militares profesionales, con un récord limpio en derechos humanos, alejados de la línea de Montoya y de Rito Alejo del Río, con experiencia gerencial y conocedores del conflicto. “Son la línea decente del Ejército”, dijo un exmilitar consultado.

El nuevo Comandante de las Fuerzas Militares, el General Alejandro Navas, era desde julio de 2010 el Comandante del Ejército. Fuera de su mayor éxito, que fue dar de baja al ‘Mono Jojoy’, Navas tiene una carrera militar llena de méritos. Como Comandante de Operaciones Militares del Ejército (cargo al que llegó después de cambios motivados por el escándalo de los “falsos positivos”) hizo parte de la Operación “Camaleón” en la cual fueron rescatados el general Luis Mendieta, los coroneles Enrique Murillo y William Donato Gómez y el sargento del Ejército Arbey Delgado, secuestrados durante casi una década por las Farc.

Navas, nacido en Montería, lleva 39 años en el Ejército y goza del aprecio de sus subalternos por su honestidad y porque pocos conocen como él el campo de batalla. Ha sido comandante de Batallón, comandante de las Fuerzas Especiales y Comandante de la Tarea Omega, al comienzo del segundo mandato de Uribe, la operación más importante en esa época.

Navas siempre ha preferido estar en la pelea que estar en el Congreso o en reuniones. Por eso mismo, no es claro que ascenderlo a Comandante de las Fuerzas Militares sea lo que más le convenga a él o a las Fuerzas Militares.

Ese puesto exige más labores de coordinación que de combate y en muchas ocasiones, más que ser buena gente con todos -algo que caracteriza a Navas-, se necesita alguien que esté dispuesto a poner límites y a ejercer un tipo de liderazgo más argumentativo que a partir de la acción. Es un campo donde Navas parece tener menos fortalezas que las que ha demostrado como tropero.

Su reemplazo como Comandante del Ejército es el General Sergio Mantilla Sanmiguel. Fuentes consultadas por La Silla Vacía coinciden en que no había un mejor general en el Ejército para ese cargo.

Mantilla nació en Bucaramanga, Santander, e hizo cursos de Lancero, Jefe de Salto, Paracaidismo, Comando Terrestre y de Ranger Fort Bening en Estados Unidos. También tiene un Máster en Estrategia de Recursos Nacionales en el National Defense University de Washington.

Es un militar estructurado, de mundo, habla inglés, ha quedado de primero en los cursos del Ejército y tiene un fuerte liderazgo dentro de la tropa, a pesar de no haber participado en las operaciones más mediáticas del Ejército, como la Jaque.

Su especialidad es la Inteligencia Militar que, dado el cambio de estrategia de las Farc, cada vez más centrada en acciones urbanas coordinadas con milicianos, y la proliferación de bandas criminales que no actúan como ejércitos visibles, es un componente primordial para debilitar a los grupos armados ilegales.

Mantilla fue Comandante de la Séptima División del Ejército, cargo al que llegó tras cambios internos causados por el escándalo de los “Falsos Positivos” y desde el que tuvo que afrontar, en 2009, acusaciones de que el Ejército había orquestado falsas desmovilizaciones de miembros de los “Rastrojos” en Nuquí, Chocó, según lo reportó Caracol.

Uno de sus peores reveses fue en 2003, cuando como Comandante de la Brigada de las Fuerzas Especiales de la Fudra (Fuerza de Despliegue Rápido), participó en la fallida operación de rescate que terminó con la muerte del Gobernador del Antioquia Guillermo Gaviria y el ex Ministro de Defensa, Gilberto Ecvheverri. Sin embargo, la Procuraduría, en marzo de 2004, concluyó que no hubo fallas en esa operación de rescate.

En 2010, asumió como Comandante del Comando Conjunto Caribe, cargo en el que estuvo hasta julio de este año. También fue Jefe de Operaciones del Ejército y estuvo en el Fudra, durante la importante recuperación del control en Cundinamarca, cuando se dio de baja al jefe guerrillero Marco Aurelio Buendía y se rompió el cerco de las Farc sobre Bogotá.

En las otras fuerzas

En la Fuerza Aérea, quedó de comandante el general Tito Pinilla, que tiene una larga carrera en esa fuerza y también experiencia en Inteligencia. A diferencia de Navas y Mantilla, Pinilla tiene fama de arrogante y de tenerle poco aprecio al Ejército, pero dentro de la FAC lo admiran mucho. Y fue muy cercano a Santos cuando era Ministro y Pinilla parte de Comando General.

Ha sido piloto de Kfir, fue comandante de la base de Palanquero, entre otros.  El lunar que se le conoce es que cuando era Jefe de Inteligencia de la FAC, en el 2006 tuvo que poner la cara, después de que el jefe paramilitar Diego José Martínez, alias “Daniel”, denunciara que sus hombres apoyaron operaciones de inteligencia de la Fuerza Aérea Colombiana. En ese entonces, Pinilla dijo que “la Fuerza Aérea no puede trabajar con paras ni guerrilleros activos. El Gobierno sólo lo permite con judicializados o desmovilizados”, según lo contó El Tiempo.

El nuevo comandante de la Armada, el Vicealmirante Roberto García Márquez, nació en Bogotá en 1957 y se graduó como Teniente de Corbeta en la Escuela Naval en 1979. Diez años después, se graduó como Ingeniero Naval con énfasis en Ingeniería Electrónica, hizo cursos sobre el Estado Mayor en el US Naval War College en Newport-Rhode Island y un diplomado en Estado Mayor y Magíster en Seguridad y Defensa de la Escuela Superior de Guerra de las Fuerzas Militares de Colombia.

Hasta su nombramiento, fue Jefe de Planeación Naval. Antes era el Jefe de Operaciones de la Armada. También fue Comandante de la Fuerza Naval del Caribe. En 2010 fue Jefe de la Gerencia del “Plan Orión” de la Armada Nacional y Subjefe de Estado Mayor Conjunto Administrativo del Comando General de las Fuerzas Militares. Entre los años 2006 y 2009 fue el Comandante de la Fuerza Naval del Caribe. Uno de sus mayores éxitos es haber dirigido la operación de liberación del ex Ministro Fernando Araújo en Montes de María.

El General José Javier Pérez Mejía fue nombrado como Jefe del Estado Mayor Conjunto. Nació en Bogotá en 1955, es economista y administrador aeronáutico. Es egresado de la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez. Fue Director de la Escuela Militar de Aviación, Agregado Aéreo en la Embajada de Colombia en Washington, Comandante del Unidad Aérea de Barranquilla, Subdirector de la Aeronáutica Civil, Gerente de Satena, Agregado de Jefatura de Desarrollo Humano, Jefe de Operaciones Aéreas y Jefe del Departamento de Relaciones Públicas de la Fuerza Aérea.

Y, por último, fue ratificado una vez más el General Óscar Naranjo como Comandante de la Policía. El prestigio, el poder de lo que sabe y la inmensa popularidad de Naranjo, que supera incluso la del Presidente y el exP residente, lo hacen inamovible. En su cargo, Naranjo ha tenido muchos éxitos, sobre todo en la persecución de capos del narcotráfico. Pero aún no ha logrado demostrar una verdadera depuración de la Policía, que tiene sectores importantes comprometidos con las bandas criminales y que, por lo tanto, no ha logrado combatir con suficiente éxito esta nueva amenaza a la seguridad de los colombianos. En el frente de la seguridad urbana, su política de cuadrantes ha arrojado resultados, pero sigue siendo insuficiente, según muestran los indicadores de seguridad y la percepción de los ciudadanos. Y errores como los del asesinato del grafitero y luego su enlodada para tapar el hecho sin ofrecer las debidas disculpas no logran extender a su institución el respeto que se ha ganado Naranjo.