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Mónica Roa, Vicepresidente de Women’s Link Worldwide y activista social por los derechos sexuales y reproductivos, que consiguió la aprobación del aborto en Colombia, en tres casos, es la #TrendingLíder360º de esta semana. Su liderazgo ha sido fundamental para hacer respetar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres colombianas.

Mónica Roa #TrendingLíder360º - Red Líder

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Links de interés:

Twitter: @MonicaRoa

Women´s link worlwide

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REFLEXIONES

Entorno del líder

Todo liderazgo surge de unas influencias en la vida: personales, intelectuales, vivenciales, de todo tipo. ¿Cuáles diría usted que son esas influencias que han determinado su estilo y sus motivaciones de liderazgo? 

Crecí en una casa donde tenía una madre separada, que fue responsable de hacerse cargo de mi hermana y de mi. La mía es una familia de mujeres muy fuertes en general.

En la universidad también tuve la suerte de encontrarme con mujeres con quienes coincidimos en intereses y que fueron mentoras en un momento importante. Muchos profesores decían que yo era muy inteligente, que eso que yo hacía estaba bien de hobby, pero que cuando me graduara tenía que pensar en hacer algo serio. Pero me encontré con una profesora muy joven y empezamos a trabajar el tema con más seriedad. Eso también fue determinante.

Luego, viví en Nueva York y trabajé para el Centro de Derechos Reproductivos. Una de mis grandes mentoras fue una de las fundadoras del centro, que me enseñó a pensar en grande.

La confianza en sí mismo es fundamental para el liderazgo. ¿De dónde proviene su confianza en sí mismo?

Creo que la confianza en uno mismo es muy importante para el liderazgo, pero también la duda en uno mismo. Alguien que no se esté cuestionando todo el tiempo no puede ser líder.

Desde que me acuerdo, he tenido muchos reconocimientos a lo largo de mi vida. En el colegio se elegían a los primeros cinco estudiantes de cada clase y siempre estuve entre los cinco primeros y muchas veces me ganaba el botón de oro. Desde muy pequeñita eso seguramente desarrolló mucha confianza en mí misma.

Las adversidades ayudan a formar el carácter y la personalidad del líder. ¿Qué adversidades ha tenido que superar?

Cuando estaba empezando la universidad mi familia materna, con quienes me crié, quebró toda al tiempo. Fue muy difícil porque la red de apoyo que uno normalmente tiene, que es la familia, estaba toda en una situación económica muy mala y tuve que hacerme responsable de mi carrera y mi familia.

Es una historia un poco larga. Fue un proceso, la quiebra no fue de un día para otro. Cuando entré a la universidad mi mamá me pagó el primer semestre, ahí ya estaba empezando la quiebra. De ahí, yo me conseguí becas como pude para terminar, porque estudiar en la Universidad Los Andes, donde todo el mundo paga unas matrículas tan altas, fue complicado.

Yo trabajé durante toda la carrera y me buscaba la vida. En el momento en el que estaba a punto de graduarme fue la quiebra total. Mi mamá ya no podía seguir pagando el arriendo donde vivíamos, nos quedamos sin tener donde vivir. Ahí nos tocó tomar un montón de decisiones, mi hermana decidió irse a vivir con mi papá, ella decía que esa era su contribución. Yo empezaba a tener trabajos un poco mejor pagos, aunque no me había graduado.

Un familiar de mi mamá nos prestó un apartamento donde podíamos vivir, pero teníamos que pagar los servicios. Me tocó asumir toda esa responsabilidad de la transición desde que mi mamá quebró y luego ser responsable por mi familia, empezando mi carrera profesional. Eso fue bastante duro, y fueron muchos años.

Otro momento muy difícil fue cuando tuve que irme de Colombia, hace dos años y medio, por las agresiones, el ataque que hubo contra la oficina donde trabajaba. En la época en la que estábamos demandando contra el Procurador había un ambiente tan cargado alrededor de nuestras críticas. Nunca supimos quién había hecho el ataque contra la oficina, nadie investigó. Al otro día del ataque me llamaron del Vicepresidente para abajo todo el mundo, pero la policía de investigación llegó siete semanas después, obviamente ya no había nada que encontrar.

¿Cuál es el origen regional de su familia?

Boyacá. Pero yo me crié en Bogotá. Sin embargo, hay una cosa que he valorado, que  antes no me daba cuenta, es conocer del campo. Haber pasado tanto tiempo de pequeña en los pueblitos de Boyacá de donde era mi familia y a donde viajábamos, conocer el campo y los campesinos. Creo que es algo que me enriquece mucho la visión que tengo de la vida.

¿Cuáles fueron sus primeros rasgos, actos, o insinuaciones de liderazgo?

Fui líder en los scouts, en la Infancia Misionera, líder del coro, en cuanta cosa me metía terminaba siendo la líder, desde que tengo memoria. Creo que ni siquiera cuestionaba si me gustaba, es un tema más de personalidad. Ahora lo hago más consciente y trato de tener un método y una manera de ejercer el liderazgo, pero creo que en su momento, cuando me pongo a pensar, era innato.

¿Si la llaman y le ofrecen liderar una iniciativa, lo piensa con cabeza fría?

Sí. El problema es que vivo sobrecargada de responsabilidades, pero cuando llega algo que me ofrezcan y me interese, me cuesta muchísimo decir no.

¿Cual es su cargo en Women’s Link Worldwide?

Soy Vicepresidenta de Estrategia y de Relaciones Externas.

Cuando empecé con el proyecto de despenalización del aborto en Colombia, que fue el primer proyecto que hicimos oficialmente con Women’s Link, éramos sólo dos personas. Gracias al trabajo de aborto en Colombia logramos darnos a conocer ante donantes y ante otros grupos que trabajan temas similares en otros lugares del mundo. Hoy somos una organización de 21 personas, con oficinas en Bogotá y Madrid, y estamos divididas a la mitad. No hay una oficina principal, son iguales.

¿Cuáles habilidades han facilitado su liderazgo?

La combinación de tener un sentido de la realidad, me gusta conocer cual es la realidad, combinado con el vaso medio lleno, pensar qué sí se puede hacer y con pensar en grande. Con una mirada siempre muy estratégica.

¿Por qué se centra tanto en la estrategia?

Porque creo que es una de las cosas que me ha diferenciado. Cuando uno tiene tan claros sus objetivos y la visión, la siguiente pregunta es ¿qué tengo que hacer para lograr eso? Y muchas veces la respuesta no coincide con qué es lo que quiero hacer.

Por ejemplo ¿qué es lo que tengo que decir para que esta persona entienda la gravedad del problema y tome acción? Eso puede ser muy distinto de lo que yo quiero decir.

Muchas veces los activistas sociales se quedan en lo que quieren decir, lo que les sale de las entrañas, y eso no siempre es lo que sirve decir para lograr el objetivo.

¿Considera que maneja bien las emociones y la inteligencia emocional?

Si. Es difícil pero lo he aprendido a hacer. Es difícil porque creo que la naturaleza humana, o una parte por lo menos de la naturaleza humana, es emocional.

Tuve que aprender, por ejemplo, a no dejarme enganchar en provocaciones, además, el tema del aborto es una escuela donde te toca a las malas. Te pone a prueba de una manera radical.

Son temas que tocan muchas fibras, no son temas fáciles y generan reacciones muy fuertes. Por eso hay que ser muy cuidadoso para pensar: primero, a quién le quieres hablar. Segundo, qué es lo que realmente quieres lograr.

Te pongo un ejemplo, cuando estábamos discutiendo algunas de las estrategias alrededor de la demanda del aborto algunos grupos de mujeres dijeron que iban a hacer una marcha para apoyar la demanda y que iban a pararse al frente de la Catedral para decir “saquen sus rosarios de nuestros ovarios”.

Yo decía “¿ustedes se dan cuenta que son ustedes las que están eligiendo pararse al frente de la Catedral y ustedes van a gritar saquen sus rosarios de nuestros ovarios?”

Es un mensaje completamente contradictorio porque si quieren que los saquen, pues somos nosotras las que primero no tenemos que irnos a parar allá y precisamente la demanda está es contra la Corte Constitucional”.

Esto suena fácil y lógico ahora, pero fue súper complicado, porque entre otras cosas yo empecé a trabajar en esto muy jovencita en un ámbito donde había gente que llevaba años y una trayectoria larguísima y reconocidísima. Para algunas cosas fue fácil llegar porque veían a una niña chiquita entonces no ponían resistencia ni nada, pero desde otro punto de vista era difícil tener credibilidad. 

¿Cuántos años tenía cuando empezó a trabajar activamente en este tema?

Cuando empecé el proyecto en Colombia tenía 28. Lo presenté cuando tenía 29.

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Visión de liderazgo

¿A qué personas de la vida pública le reconoce usted liderazgo? Y mirando hacia atrás, pensando en líderes colombianos ¿cuál le atrae?

Jineth Bedoya, Claudia López, Angélica Lozano, Paloma Valencia, Ángela María Robledo, Gina Parody, María Paulina Riveros, Catalina Escobar.

Hay liderazgos que son un poco invisibles pero que admiro profundamente: líderes comunitarias y el trabajo con comunidades. La Ruta Pacífica, Las Mariposas, Ana Manuela Ochoa que es una líder indígena y ha hecho trabajo con mujeres al interior de comunidades indígenas.

Mirando al pasado: Antanas Mockus, Carlos Gaviria, Luis Carlos Galán, César Gaviria, Piedad Córdoba.

Hablemos de la cultura de liderazgo en el país. ¿Usted cómo describiría la cultura de liderazgo del país?

Creo que falta. Hay unos líderes muy buenos que no han dejado herederos. Cuando la Fundación Liderazgo y Democracia me entregó el premio a mejor líder  yo dije que lo más importante era dejar muchos herederos, porque creo que el hecho de que sea una persona la que lidere no quiere decir que sea una persona la que resuelva un problema sola.

Por poner un ejemplo, a mi me parece que Mockus no ha dejado, o no ha formado herederos. Uno tiene que ir formando personas con la capacidad, el conocimiento, incluso con los contactos. Es armar una corriente pero también hacer mentoría a las personas.

Dentro de 20 años unos historiadores deciden estudiar este momento de la vida del país, a través de cinco líderes emblemáticos. ¿Qué cinco líderes escogería usted para estudiar?

Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe, ChocQuibTown, Jineth Bedoya y al Procurador Ordóñez.

Ronald Heifetz sostiene que liderar es vivir peligrosamente. Porque el liderazgo tiene un lado no glamuroso, del que poco se habla: genera que otros se opongan a la iniciativa de liderazgo llegando incluso a buscar detener al líder. Esto ocurre porque el liderazgo transformador genera cambios y “pérdidas” para la gente al desequilibrando el statu quo. ¿Siente que su liderazgo es transformador y que la ha puesto en situaciones de peligro, o con opositores muy fuertes?

Si toda la gente está de acuerdo con tu idea, y nadie se pone bravo, seguro tuviste una idea muy mala.

Creo que mi liderazgo es muy transformador. Creo que el país cambió después del debate sobre el aborto y creo que efectivamente los opositores, tanto internos como las mismas feministas y externos, me han dado críticas muy duras. Si esa es la medida, es muy transformador.

No se si el atentado en la oficina pusiera en riesgo mi vida, sé que dispararon pero yo nunca escuché nada. Sé que querían asustarme, eso es seguro. ¿Un peligro para mi vida? No se.

La razón por la que me di cuenta fue porque me cayeron vidrios en la cabeza y cuando fui a ver de donde salían los vidrios, porque la ventana parecía seguir intacta, había un huequito redondo en la ventana y habían cortado la luz.

He recibido amenazas desde el comienzo, en Colombia tuve guardaespaldas por nueve años, de la Unidad Nacional de Protección del Estado. 

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Iniciativa de liderazgo

Una visión de liderazgo tiene un diagnóstico de la situación a intervenir, una meta hacía a dónde ir y una fórmula para lograrlo. ¿Cuál diría usted que es su diagnóstico, fórmula y meta?

En general en el mundo las mujeres tienen un potencial inmenso que no se está aprovechando y que la revolución de los derechos de las mujeres, que ha sido de las más exitosas en las últimas décadas, no se ha terminado.

El reconocimiento formal de los derechos de las mujeres ya se logró, esa fue la primer gran revolución, hoy en día hay tratados internacionales de Derechos Humanos que reconocen la igualdad de la mujer, hay tratados regionales, hay constituciones, hay leyes. Las normas están, el reto es ¿cómo hacemos para empezar a implementarlas?

Ese reto es más difícil, porque el hecho de que existan las normas pareciera mandar un mensaje de que ya está resuelto. Hoy en día hay mucha gente que dice “¿para qué seguir hablando de feminismo si ya aquí dice que son iguales?”, obviamente lo que falta, el gran reto, es cómo hacer reales todos esos derechos que se reconocen en el papel.

Lo que hay que lograr es que los derechos de las mujeres pasen de estar reconocidos solo de manera formal a que se disfruten de manera real.

El como, o la fórmula, es a través del trabajo con jueces y las cortes. No solamente porque ellos son los intermediarios que hay entre la norma en el papel y el caso concreto en la vida real, sino también porque creo que el derecho, en general, y los procesos legales, en particular, son una excelente plataforma para generar cambios sociales.

¿Cuándo empezó a involucrarse en los temas de género?

En la universidad empecé a interesarme por los temas de los derechos de las mujeres. Creo que por haber crecido en una familia de mujeres, éramos mi mamá y mi hermana, y vi todo lo que le tocó a mi mamá, lo difícil que era ella sola hacerse responsable de nosotras, eso me dejó el bichito adentro.

En la universidad empecé a darle forma, encontré las lecturas, todo lo que existe para articular y aprender de los diferentes feminismos porque cada uno tiene un diagnóstico y una propuesta diferentes sobre el problema. Todos están de acuerdo sobre el problema, pero todos difieren en la manera de resolverlo.

¿Cuál es el feminismo con el que usted se identifica?

Con el feminismo que reconoce que ya existen compromisos que hacen los Estados, que seguramente no lo hacen porque estén convencidos del principio sino porque se ha vuelto políticamente correcto o una obligación internacional tener perspectiva de género en el gobierno, en las políticas públicas, y hay que aprovechar eso a favor de las mujeres. Hay que hacer que el Estado responda frente a todas esas obligaciones.

Hay otro montón de temas que uno podría ver, por ejemplo, la importancia de hacer un análisis interseccional cuando uno estudia el tema de las mujeres. Es decir, entender que no todas las mujeres somos iguales. Como la discriminación de género actúa con otras clases de discriminación es muy importante tenerlo en cuenta para lograr resolver el problema. Tu no puedes pensar que la categoría de “las mujeres” funciona igual en todo el mundo. Lo que viven las mujeres es distinto cuando se trata de comunidades indígenas, de lesbianas, de afro, de empresarias.

Es muy importante aplicar la perspectiva de género para entender la realidad y cómo la realidad afecta de manera diferencial a las mujeres. Luego aplicar una perspectiva interseccional que te ayude a entender cómo el tema de género interactúa con otros criterios de discriminación en la sociedad para dar unos matices a la manera en la que la gente vive los problemas y, por tanto, las soluciones que se necesitan.

Entonces ¿hay discriminación hacia la mujer?

No lo dudo. Hay muchísima discriminación. La discriminación y la violencia siguen rampantes. Se ha avanzado mucho en el discurso, en cambiarlo y en cambiar lo que dicen las normas en el papel, pero la discriminación y la violencia, en el mundo continúan. En Colombia también, aunque no lo hemos sabido mostrar.

¿Cuál es el ejemplo que usted le da a sus seguidores? Y ¿Cómo encarna con su ejemplo los valores de su visión?

El ejemplo es que uno no tiene que estar en ninguna posición de poder para generar cambios sociales. Una de las cosas que para mi son muy importantes, es promover la idea de una ciudadanía políticamente activa y comprometida, que además tiene un montón de herramientas a la mano que puede usar para defender sus propios derechos.

Me encanta el ejemplo de la tutela que pusimos con 1.280 mujeres del país contra el Procurador, porque decía mentiras sobre los temas de derechos reproductivos.

Yo tengo una organización, pero éramos 1.280 mujeres de las que la gran mayoría eran mujeres que por alguna razón, redes sociales o por trabajar con algún grupo, o por ser amiga de alguien, se involucraron.

Creo que en ese ejercicio, usar un proceso legal, la tutela, sirvió como plataforma para involucrar a un montón de personas, generar opinión pública y generar movilización social para resolver el problema del Procurador con los derechos reproductivos.

¿Cuáles son sus principales resultados en materia de liderazgo?

Depende como lo veas. Puedo decir muchas cosas, obviamente en Colombia haber logrado que se reconozca el aborto como un derecho bajo ciertas circunstancias.

También haber desarrollado una teoría y una metodología sobre cómo trabajar con las cortes para generar cambio social, que hemos probado en diferentes lugares del mundo y nos ha funcionado en diferentes países, regiones y contextos con diferentes problemas y procesos jurídicos.

Haber logrado crear y consolidar una organización que hoy día es un actor global en temas de derechos de las mujeres, a partir de nuestra experiencia en Colombia y de la metodología.

Creo que fuimos las primeras en hacer un ejercicio de litigio estratégico en Colombia. Hay sentencias anteriores importantes, pero no tenían un ejercicio estratégico detrás, una planeación de alguien que se pensó todo el proceso y la manera en la que se hace. Hoy se vuelve el pan de cada día.

El debate sobre el aborto en Colombia fue uno de los primeros debates modernizantes que dimos y abrió una tendencia de debates que se dan desde la ciudadanía. Cuando la ciudadanía no encuentra respuesta a sus problemas e intereses en las ramas tradicionales que responden por el voto, Ejecutivo y Legislativo, se tiene la opción de acudir ante los jueces a exigir que se protejan los derechos humanos.

La manera en la que se hace, no sólo por el hecho de ganar una sentencia, sino la manera en la que se aprovecha el proceso para que las condiciones sociales, así pierdas, hayan mejorado al final. Porque la gente entiende mejor de qué se trata el problema, está más comprometida a encontrar una solución incluso si uno pierde.

Por ejemplo, en el último caso de adopción gay perdieron. Pero ya hay tanta gente interesada que entiende por qué es importante, y que está tan comprometida que aunque perdieron, la gente sigue buscando por donde seguir para resolver el problema, el tema no se muere ahí.

¿Cuánto tiempo estuvo trabajando sobre el tema antes de la sentencia?

Para lograr esa sentencia empezamos a trabajar un año antes. Pero para tener las ideas de la sentencia tuve que hacer una investigación de un año en diferentes países del mundo sobre el rol de los jueces en la promoción y protección de los derechos de las mujeres. Para poder hacer esa investigación hice la maestría y para llegar a la maestría con eso en la cabeza trabajé en el centro de derechos reproductivos. Ahí edité un libro que se llama “Cuerpo y Derecho” que hace un estudio sobre la comparación entre las normas que había de derechos de las mujeres y cómo los jueces las aplicaban. Desde esa época empecé a hacerme la pregunta de que una cosa es pasar normas y otra cosa es si los jueces las aplican o no.

¿De qué sirve tener un montón de normas si los jueces no las están aplicando? Esa es mi gran obsesión. Lo he estudiado y lo he trabajado alrededor del tema de las mujeres, pero creo que hoy en día las lecciones aprendidas se pueden aplicar a cualquier otro tema.

En este tema en particular, ¿usted cree que los jueces están haciendo que se aplique la sentencia?

No, en general no. Uno encuentra jueces muy comprometidos con el tema, pero en general los jueces o no saben, o no quieren y se necesita que reúnan las dos condiciones. El saber no quiere decir solamente saber que existen, en general, los derechos humanos o que existen, en general, los derechos de las mujeres, sino que cada subtema hoy en día ya es un mundo.

Si tu te pones a buscar las normas que son relevantes solo para el tema del aborto son muchas. Lo que ha dicho el Comité de Derechos Humanos, lo que han dicho los informes, el relator de tortura, de salud, lo que ha dicho la doctrina, la jurisprudencia de los diferentes países, del tribunal europeo de derechos humanos, son un montón de cosas.

Eso está enmarcado bajo la sombrilla de derechos sexuales y reproductivos que tienen otro montón de temas aledaños que, en teoría, y este es uno de mis nuevos temas, no deberían darse por separado.

Estamos discutiendo aborto por un lado. Jineth Bedoya está llevando la discusión de violencia sexual, pero uno no puede hablar de violencia sexual sin hablar de cuales son las consecuencias en salud reproductiva.

Está Catalina Escobar liderando el debate sobre embarazo adolescente y mortalidad materna, uno no debería dar ese debate separado del debate del aborto.

Y al mismo tiempo tenemos el debate sobre la comunidad Wayúu donde las mujeres embrazadas y los neonatos se mueren por falta de agua y de comida, que está totalmente ligado a todos los temas anteriores. Creo que es muy importante empezar a unir los puntos, unir los debates, y darnos cuenta de que todo hace parte de un mismo problema.

¿En qué consiste su iniciativa de liderazgo?

Usar el poder del derecho, simbólico y material, para generar cambios sociales que puedan resolver los problemas de justicia social que enfrenta la sociedad. El cambio social es que los derechos de las mujeres, que ya se reconocen en el papel, sean realmente aplicados por los jueces.

¿De dónde surge o qué lo llevó a iniciarla?

De ver que la mayoría de grupos trabajan haciendo incidencia en la rama Judicial o en la Ejecutiva, o a nivel internacional todos trabajan con mucho enfoque en la creación de normas. En este momento no creo que el problema esté en las normas, sino en su aplicación.

¿Qué es lo distintivo de su iniciativa?

Que reconoce en las cortes y tribunales un espacio de incidencia política legítima, que ofrece muchas oportunidades para hacer el trabajo jurídico, generar opinión pública y movilización social. Se puede usar para diferentes temas de justicia social y puede ser usado, también, en cualquier país del mundo.

¿Cuáles han sido los principales obstáculos que ha tenido que superar para desarrollar la iniciativa?

El mundo judicial es muy complejo, tiene unas estructuras muy cerradas. Es muy conservador en la concepción de su propio rol, es decir, muchos jueces siguen pensando que su rol es aplicar la ley sin importar cual sea el resultado en lugar de administrar la justicia o defender los principios democráticos y los derechos humanos.

Cambiar la percepción de los jueces es muy complicado, específicamente cuando se trata de temas de derechos de la mujer; los estereotipos y los prejuicios son tan fuertes que es difícil que los jueces se identifiquen, y terminan administrando justicia con base en sus estereotipos y no en el caso concreto que tienen en frente.

¿Cuáles han sido los principales aciertos?

Encontrar el tono con el que hay que interactuar con los jueces, el entendimiento de cuales son sus dinámicas y de cómo se puede interactuar con ellas desde la ciudadanía de una manera legítima.

Por otro lado, el empoderamiento de la ciudadanía para que pierda miedo a trabajar con los jueces o para ir ante los tribunales, así como tener claro que el derecho es una herramienta útil y poderosa para generar cambio social, pero siempre insuficiente.

¿Cuáles han sido los principales aliados?

Los jueces que tienen una visión muy clara de su función como defensores de derechos humanos y promotores del cambio social.

¿Cómo complementa uno esta herramienta para que deje de ser insuficiente?

Sumándole el tema de opinión pública y movilización social. Aprovechando el derecho, o las plataformas que da el derecho, para generar opinión pública y movilización social de tal forma que, incluso si pierdes jurídicamente, la gente ya esté comprometida para encontrarle una solución al problema.

¿Cuál ha sido el principal aporte?

El desarrollo de una metodología para hacer este tipo de ejercicios. Es lo que estoy escribiendo en este momento.

¿Por qué haber logrado la sentencia sobre el aborto es importante?

Porque en un país donde el tema había sido debatido por más de 30 años, con siete proyectos de ley frustrados en el Congreso, donde nunca hubo ni siquiera un primer debate, logramos tener una iniciativa ciudadana que posicionara el tema, que lo enmarcara en un contexto laico.

Logramos que el debate constitucional estuviera separado de los debates morales, y se logró un reconocimiento histórico para las mujeres sobre uno de los temas más importantes y es la posibilidad que tienen las mujeres sobre poder decidir sobre su propia vida reproductiva, tener la opción.

Hace poco hubo una polémica porque en las estaciones de TransMilenio había publicidad de Profamilia que, según algunas personas, era una invitación directa a abortar ¿Usted qué opina?

De hecho, yo opino lo contrario. Me encanta la campaña de Profamilia porque lo que decía era “La decisión es tuya, no hay respuesta equivocada. Después de que tomes la decisión nosotros te ayudamos”. Exactamente esa es la razón por la que creo es tan importante que nosotros podamos mostrar que cuando se habla de aborto, también se tiene que hablar de maternidad segura y de adopción.

Porque estamos hablando de que todas las opciones tienen que estar disponibles y es la mujer la que decide. Cualquiera opción que sea la que decida, siempre va a ser correcta.

¿En este momento, jurídicamente, sólo es legal abortar en los tres casos de la sentencia o ya se expandió mas allá de esos tres casos?

En los tres casos de la sentencia, pero uno de los tres es salud. Salud entendida cómo salud física y mental.

Si una mujer queda embarazada, y no quiere tener un bebé, pero no está bajo ninguno de los tres casos que acoge la sentencia, ¿puede tomar la decisión de no tener un bebé?

Depende, si eso afecta su salud mental, entonces puede tomar la decisión de no tenerlo.

¿Quién certifica eso?, ¿cómo es ese proceso?

Un médico o psicólogo lo certifica.

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