Al tiempo que Duque hizo su Conversación Nacional que hoy termina y que transcurrió sin ton ni son, la U. del Rosario investigó qué piensan, sienten y quieren cerca de 4 millones de jóvenes. 

Hoy termina la Conversación Nacional convocada por el presidente Iván Duque en respuesta a las marchas del año pasado, en la que los jóvenes jugaron un papel protagónico.

Al tiempo que transcurrió esa Conversación frente a la cual los jóvenes que marcharon estuvieron divididos, y que fue criticada en general porque no contó con los líderes del Paro, la Universidad del Rosario hizo una investigación para entender qué piensan, sienten y quieren los jóvenes, en otras palabras para escucharlos, algo que están pidiendo “a gritos” según los resultados que obtuvieron.

El estudio consistió en una encuesta que se hizo en alianza con Cifras y Conceptos, El Tiempo y la Fundación Hanns Seidel que se aplicó a 2513 personas, entre 18 y 32 años, en diez ciudades diferentes de Colombia (Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Riohacha, Pasto, Tumaco, Cúcuta, Yopal y San Andrés). También comprendió la realización de dos talleres, uno sobre emociones y otro sobre propuestas que tienen los jóvenes, en los que participaron casi 600 jóvenes de esas mismas ciudades.

Los resultados de todos los métodos son consistentes entre sí y reflejan la opinión de al menos 4 millones de jóvenes (se calcula que hay casi 8 millones de personas entre los 18 y 26 años).

La Silla Académica habló con Alejandro Cheyne, rector del Rosario y quien ha liderado este proyecto y participado de los talleres, con Carlos Charry, profesor de Sociología y quien hizo parte del diseño y análisis de las respuestas a las 11 preguntas cualitativas que tuvo la encuesta, con Ana María Restrepo, Decana del Medio Universitario y Carlos Patarroyo, Decano de la Escuela de Ciencias Humanas, quienes se encargaron, respectivamente, de los talleres de emociones y propuestas que hicieron parte del ejercicio.

A partir de la conversación con ellos y del informe sobre los resultados de la encuesta, la Silla Académica presenta nueve pistas para entender a los jóvenes en la arena política.

 
1

Los jóvenes prefieren dialogar que marchar

“Contrario a lo que uno podría pensar en tiempos de la revolución 4.0 y es que los jóvenes quieren aislarse y se sienten autosuficientes, lo que están pidiendo es ser escuchados en un diálogo frente a frente (no virtual)”, dice Alejandro Cheyne, rector del Rosario.

El sesenta por ciento no ha marchado. Y el 40 por ciento restante que sí lo ha hecho, también ha debatido en redes sociales y con familiares, amigos y compañeros.

“Paradójicamente este estudio surgió por las marchas que comenzaron con el 21N pero los jóvenes no consideran las marchas como su primera forma de expresión política”, dice Charry.

El estudio muestra que los jóvenes quieren conversar y no que les envíen mensajes unilateralmente, ni que los hagan sentarse a recibir información. Quieren que los traten como iguales, como interlocutores válidos. Que reconozcan sus diferencias regionales. Y que lo discutido produzca efectos en la política pública, no que les pregunten y no pase nada con sus opiniones, explica Cheyne.

De hecho, en respuesta a lo que expresaron y continuando con los talleres que ya hicieron previamente, el Rosario hará unos nuevos en las 10 ciudades para construir una agenda 2020 con ellos.

 
2

La familia es la institución a la que más acuden cuando necesitan algo

A diferencia de lo que pasa en otros países, cuenta Charry, donde los logros individuales son los más importantes, para los jóvenes colombianos la familia ocupa un lugar esencial. Es a quien primero acuden cuando necesitan algo. Vincular más a las familias en los programas y las políticas de los jóvenes podría tener sentido, según Cheyne y Restrepo.

También hay un seis por ciento que dice que no tiene a quién recurrir, que no tiene redes de apoyo, algo que es preocupante.

Aunque los jóvenes no recurren de la misma forma a las universidades para resolver sus problemas, sí son las instituciones en que más confían.

Su falta de confianza en las tres ramas del Poder, por el contrario, es abismal: la Presidencia, el Congreso y los jueces son las instituciones en las que menos confían.

 
3

No ven a los venezolanos como un problema

A diferencia del creciente rechazo que sienten la mayoría de colombianos hacia los venezolanos (según los resultados de la última Gallup Poll está en el 54 por ciento), la principal emoción que les despiertan a los jóvenes es tristeza. No quieren que los discriminen, ni verlos en la calle pidiendo plata.

Sólo algunos expresan preocupación por los empleos que les puedan estar quitando porque los venezolanos están dispuestos a que les paguen menos.

Pero, en general, dice Cheyne “los ven más como una oportunidad para tener mayor riqueza cultural que como una amenaza, lo que habla también de lo flexibles que son los jóvenes”.

A los jóvenes les produce desagrado la falta de empatía, la indiferencia. Incluso en Cúcuta, una de las ciudades con mayores venezolanos, los jóvenes los sienten como hermanos y los quieren ayudar.

Lo que sí les da miedo es que el país se convierta en Venezuela y que tengamos una guerra con el país vecino.

 
4

Sienten ira contra Duque y Uribe y, aunque un poco menos, contra Petro y los políticos en general

Los jóvenes sienten ira frente a el expresidente y senador Uribe y frente al presidente Duque. Esto es claro en la parte cuantitativa. Les genera desagrado no ver una mayor distancia entre ellos.

Las respuestas a las preguntas abiertas (parte cualitativa) permiten ver, explica Charry, que la ira se extiende además (aunque en menor medida) a Gustavo Petro y, en general, a la dirigencia política.

“Tiene que haber un cambio en el ciclo de la cultura política colombiana, porque estos jóvenes son quienes van a elegir presidente en las próximas tres décadas”, anota el investigador.

Restrepo dice que lo que muestra esta tendencia es un rechazo a los personajes que polarizan en general.

Lo que sí les generó a los jóvenes una sorpresa positiva (que es otra de las emociones que midió la encuesta) fue la elección de Claudia López, la firma del Acuerdo de Paz, así como obras que ha entregado el Gobierno como el Puente Pumarejo inaugurado en diciembre.

Esto último contrasta con que la muerte de los líderes sociales les genera al mismo tiempo ira y tristeza por la falta de acción que perciben en el Gobierno.

 
5

Piensan muy parecido frente a los problemas, sin importar su nivel económico

Hay un conjunto de cuestiones que parecen afectarlos por igual, sin importar su estatus socioeconómico.

Sus principales problemas son la falta empleo y acceso a educación de calidad. Al mirar en detalle hay una leve diferencia entre los de estratos 1, 2 y 3 a quienes le importan ligeramente más que haya mayores oportunidades de empleo, mientras para los jóvenes de estratos 4,5 y 6 les importa ligeramente más que haya mayores oportunidades de estudio.

Todos coinciden, además, en que el principal problema que tiene el país es la corrupción y tienen una comprensión ampliada de la misma, dice Charry, “corrupción es igual a desigualdad”: no la limitan al robo de los recursos públicos, sino también a la falta de oportunidades, a las dificultades para conseguir empleo o acceder a servicios públicos si no es con una palanca. Así como al clientelismo.

De hecho una de las cosas que les generó una sorpresa negativa fue la falta de acciones en contra de la corrupción, que Charry relaciona con que no se aprobaran en el Congreso las medidas anticorrupción que se comprometió a impulsar el Presidente después de que la Consulta Anticorrupción no pasara el umbral tras haber obtenido casi los 12 millones de votos.

El hecho que no haya diferencias por estratos significa también que ven el mundo diferente. “Les preocupa muchísimo la dimensión ambiental, el buen cuidado de los animales, quieren tener más mascotas que hijos. En esas dimensiones la diferencia social ya no tiene ningún sentido” Agrega Cheyne.

 
6

Tienen miedo frente a su futuro

El 80 por ciento de las emociones que experimentan los jóvenes cuando piensan en su futuro son negativas, están asociadas con la ansiedad y el miedo que les produce no saber qué está por venir y cómo prepararse para hacerle frente, es decir, con la incertidumbre.

Algo preocupante, dice Restrepo, porque afecta la salud mental de los jóvenes.

Según el informe de la encuesta estar en alerta todo el tiempo desgasta el organismo. El miedo además cuando no se maneja bien paraliza y a la larga se convierte en desesperanza.

 
7

Tienen un nivel de politización diferente según la región

Desagregando los resultados por regiones se encuentra, por ejemplo, una correlación (en las ciudades más grandes) entre que los jóvenes no tengan posición ideológica y que un menor porcentaje marche.

En Barranquilla, el 52 por ciento dijo no tener ninguna posición ideológica y el 18 por ciento no se ha manifestado de ninguna forma. En Cali el 38 por ciento dijo no tener ninguna posición y el 49 por ciento no se ha manifestado. En Bogotá, en cambio, un 32 por ciento dijo no tener ninguna posición y el 52 por ciento se ha manifestado.

Barranquilla

Cali

En ciudades como Medellín y Cúcuta, es donde más se observa que los jóvenes tienen posiciones más conservadoras en cuanto a las manifestaciones y, contrario a la tendencia mayoritaria, tienen más confianza en instituciones como la Policía.

Medellín

Cúcuta

 
8

Tienen propuestas concretas para hacer cosas

“Vi una juventud con muchas ganas de hacer, si le das la oportunidad aplicando una mínima metodología”, dice Carlos Patarroyo, decano de Ciencias Humanas del Rosario.

“Aunque al comienzo todos querían criticar solamente, tras darles espacio para pensar en fortalezas y hacer propuestas, salen ideas muy interesantes”.

En las regiones, por ejemplo, los jóvenes confían marcadamente en el turismo gestionado por los locales como un motor de desarrollo. Por lo mismo desconfían de las empresas que vienen de afuera y que así mismo se llevan las ganancias. Para esto, ellos creen que el Estado debe capacitarlos en bilingüismo y administración turística.

Un emprendimiento que podría funcionar también, en opinión de los jóvenes, es el basado en la explotación de productos autóctonos: deberían haber centros comerciales exclusivos de franquicias de productos elaborados en las regiones. Algo que, además, sería ambientalmente sostenible que es otra de sus preocupaciones.

Por otra parte los jóvenes creen que el deporte y la cultura es lo que los salva de caer en manos de grupos armados ilegales. “Muchas veces cuando los jóvenes están en la calle, haciendo nada, es que los grupos violentos aprovechan para convencerlos de que hagan parte de su organización” cuenta Patarroyo. Para evitar eso, piden que haya mayor inversión en centros deportivos y culturales bien dotados en los diferentes municipios del país.

Esto coincide con que uno de sus mayores motivos de alegría son los triunfos de los deportistas y los artistas.

Y para mejorar el acceso a la educación superior los jóvenes hablan de quitarle el monopolio al Icetex para que tenga más competencia y eso estimule a todos los que dan crédito a bajar las tasas, por ejemplo.

Adicionalmente, les parece injusto que en un día se jueguen el ingreso a la universidad dado que dependen en el caso de las universidades privadas de las pruebas Saber 11 y de una púbica como la Nacional del examen propio de la universidad; en ningún caso importa el rendimiento que el estudiante haya tenido en bachillerato, por ejemplo.

Por eso proponen que para la admisión cuenten tres factores: las Prueba Saber 11,el promedio de notas del bachillerato y un examen propio de la universidad orientado a la carrera que va a estudiar la persona.

 
9

No quieren participar de la política tradicional

Los jóvenes quieren hacer voluntariados y donar dinero a ONG’s de manera avasalladora, mientras que participar en política tradicional es de lo que menos están dispuestos a hacer para aportar a los problemas ni pagar más impuestos que aparece como última opción, algo que está ligado a su profunda desconfianza en las instituciones.

Sí están dispuestos, en un 81 por ciento, a denunciar. Es decir que creen que tienen sobre todo un rol de vigilancia del Estado pero la mayoría no quiere hacer parte de él.

En los talleres, en todo caso, Patarroyo encontró que los jóvenes se autocritican por tener esa postura pues reconocen que es necesaria una mínima confianza en las instituciones para que puedan lograr sus objetivos.

Y de hecho, la mayoría de sus propuestas implica que el Gobierno ejecute acciones.

Sobre esto, Charry llama la atención porque aún en materia medio ambiental, que es algo que les preocupa mucho los jóvenes, no hacen referencia a medidas que estén a su alcance para que las cosas mejoren como cambiar sus hábitos de consumo.

 

Soy la editora de La Silla Amazónica desde 2024 y estoy a cargo del Curso de Inmersión de La Silla. Fui la editora del Detector de Mentiras desde mediados de 2022 hasta 2023. Y previo a eso fui la editora de La Silla Académica desde 2017, un espacio que creamos con Juanita León para traducir periodísticamente...