Anoche el Consejo de Estado eligió un nuevo miembro. Y, como ya lo había hecho la semana pasada  escogió a un magistrado distante del círculo del Procurador, en lo que es el segundo mal presagio para el futuro de Alejandro Ordóñez en la procuraduría ahora que la Corporación tendrá que estudiar la nulidad de su reelección.

Anoche el Consejo de Estado eligió un nuevo miembro. Y, como ya lo había hecho la semana pasada  escogió a un magistrado distante del círculo del Procurador, en lo que es el segundo mal presagio para el futuro de Alejandro Ordóñez en la procuraduría ahora que la Corporación tendrá que estudiar la nulidad de su reelección.

El elegido ayer es Guillermo Alfonso Sánchez Luque, un abogado rosarista con maestría en derecho constitucional de línea liberal y quien viene de trabajar con consejeros de la orilla opuesta a Ordóñez.

Hasta ahora era magistrado auxiliar de Ramiro Pazos, un magistrado de claro corte liberal que votó con la mayoría en dos decisiones claves para el caso de Ordóñez: la que anuló la elección de Francisco Ricaurte en el Consejo Superior de la Judicatura con argumentos similares a la que hundiría la del Procurador; el que decidió sobre la tutela que perdió Petro en el caso de la medidas cautelares de la Cidh (los que le dieron la razón a Petro seguramente estarán en contra del Procurador ahora).

Antes de trabajar con Pazos, Sánchez había sido magistrado auxiliar de Danilo Rojas, uno de los magistrados más distantes de Ordoñez y quien también votó con las mayorías en los casos de Ricaurte y Petro.

En la lista de la que fue elegido Sánchez para reemplazar a Enrique Gil (un conservador, aunque no de la rosca de Ordóñez) había un candidato de la cuerda de Ordóñez: Jaime Rodríguez Navas, el decano de la facultad de derecho de la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga, alma máter de Ordóñez y donde el Procurador fue profesor durante largos años y tiene mucha influencia.

Aunque aún quedan siete vacantes para llenar en el Consejo de Estado, y no hay una mayoría de la orilla opuesta a Ordóñez, sus cinco aliados incondicionales se quedan cada vez más solos. Y, aún si al final su elección no termina anulada, su poder se está resquebrajando. Por lo menos allá.