El oso de anteojos es la imagen de la moneda de 50 pesos en Colombia. Curioso, ¿no? De hecho, esta especie habita en la Cordillera de los Andes y cumple importantes funciones ecológicas como la dispersión de semillas, la depredación y polinización; sin embargo, actualmente es vulnerable de amenaza (VU), de acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y vulnerable a extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Ante esto, Manuel Ruiz-García, doctor en Mastozoología y líder del grupo Genética de poblaciones molecular y biología evolutiva de la Pontificia Universidad Javeriana, desarrolló una investigación alrededor de la genética de este animal y cómo sus estudios serían la clave para promover su conservación.
En la publicación Molecular Evolution (Mitochondrial and Nuclear Microsatellites Markers) in the Andean Bear (Tremarctos ornatus; Ursidae, Carnivora): How Many ESUs Are There?, Ruiz, junto a un equipo de académicos, analizan los genes nucleares (genes de los padres y de las madres) y mitocondriales (genes de las madres) de 300 osos de anteojos de Ecuador, Venezuela, Colombia, Perú y Bolivia con el fin de conformar un banco de datos genéticos capaz de determinar la variedad genética de osos existente en un área geográfica concreta y sugerir si la reubicación de especímenes podría plantear nuevas estrategias de conservación biológica. Cabe mencionar que, con el propósito de generar estrategias de conservación para el oso andino, esta especie ingresó al Convenio Internacional contra el Tráfico de Especies Silvestres (CITES) en 1977.