El Plan B de Santos (Vargas Lleras Presidente) no solo es el mayor enemigo de su Plan A sino que el Ministro de Vivienda también se encuentra en una gran encrucijada.

Juan Manuel Santos y Germán Vargas, hoy grandes aliados en el Gobierno, podrían terminar enfrentados. Pero antes de eso, ambos deberán pensarlo muy bien.

A fines del mes pasado, cuando el Presidente Santos y su ministro de Vivienda, Germán Vargas, fueron a Valledupar a entregar 320 casas gratis a los más pobres un pequeño grupo de simpatizantes se acercó al ministro Vargas para agradecerle y, entre frase y frase, le dijo que este era su momento, que ha hecho mucho por los más pobres y que él debería ser el próximo Presidente de la República. No es una anécdota cualquiera. La escena evidencia no solo que el Plan B de Santos es el mayor enemigo de su Plan A sino también la encrucijada en la que se encuentra el Ministro de Vivienda.

Como lo anotó la revista Semana, el dilema de Santos es grande. Vargas Lleras es uno de los pocos en el gabinete con la capacidad política necesaria para sacar adelante el proyecto de las 100 mil casas que se ha convertido en el plan social bandera del Gobierno y en una posible tabla de salvación si el proceso de paz naufraga. Si se va, el éxito de este programa corre riesgo, máxime cuando Roy Barreras ya le ha hecho saber al Presidente que los de la U quisieran ese ministerio.

A esto se suma que si Vargas renuncia para no inhabilitarse para ser Presidente, más allá de lo que diga hoy, podría convertirse en un rival temible para Santos pues podría convencer a los colombianos de que es capaz de ofrecer la prosperidad de su jefe y la mano dura de Uribe. La gran ventaja que hoy tiene Santos para asegurar su reelección es que todos sus rivales conocidos son muy débiles y en todas las encuestas, la popularidad de Vargas Lleras supera la del presidente.

Pero si no lo deja ir, Santos se quedaría sin un sucesor con futuro electoral en caso de que se le enrede la reelección.

Sin embargo, en las últimas semanas el Presidente ha enviado varias señales de que quiere que Vargas se quede.

Como lo contó La Silla, Santos trató de atornillar a Vargas Lleras con su plan de choque para la economía PIPE, otorgandole 1,7 billones de pesos más para vivienda y convirtiéndolo en uno de los ministros con mayor capacidad de gasto social.

La Silla también supo que la propuesta que lanzó Santos en la reunión con los alcaldes hace unas semanas de que si era reelegido renunciaría a los dos años para alinear todos los períodos de funcionarios públicos tenía un mensaje cifrado para Vargas.  Fuera del propósito de congraciarse con los mandatarios que estaban furiosos con el Gobierno por la recentralización de los recursos, tenía la intención de asegurarle a Vargas Lleras que su espera sería corta. La idea fracasó estruendosamente, pero el mensaje se envió.

Sumando y restando, a Santos lo que más le conviene es que Vargas Lleras se quede en el gabinete y por eso lo único que no ha hecho es lo que Vargas necesita: pedirle explícitamente que se quede (con lo cual queda debiéndole un favor que él puede cobrar caro después) o entregarle la campaña de reelección si se va.

El dilema de Vargas

 Efraín Cepeda (arriba) el director del Partido Conservador que no quiere mucho a Vargas y, abajo, Germán Varón, posiblemente el congresista más cercano al Ministro de Vivienda.

Una fuente con acceso a información privilegiada entre los vargaslleristas le contó a La Silla que en el círculo íntimo del Ministro hay amigos -e incluso familiares- que le están diciendo que aproveche su cuarto de hora y no deje su futuro en manos de Santos.

“Le dicen que piense en sus propios intereses, que ya ha demostrado su lealtad con Santos sacando adelante sus proyectos y que lanzarse en 2018 no será lo mismo”, dijo la fuente.

Entre ese círculo de amigos estaría el representante Germán Varón, empresarios que están entre los mejores amigos de Vargas Lleras; y hasta sus hermanos.

Sin embargo, al ser consultado, el representante Varón le dijo a La Silla lo mismo que dice Vargas Lleras: que el Ministro hará lo que el Presidente le diga, aunque sí reconoció que este es el momento de Vargas: “Puede que este sea su momento, eso es cierto, pero él está jugado con la reelección”.

El dilema de Vargas es que si bien es cierto que este es quizás el mejor momento político de su carrera, con niveles de popularidad cercanos a al 60 por ciento, tan reconocido como Álvaro Uribe y como el mismo Santos, según la última Gallup, en Colombia pocas cosas se cobran tan duro en las urnas como la deslealtad y salirse para traicionar a Santos puede ser una movida costosa. Sobre todo porque el Gobierno cuenta con los medios de su lado y con muchas otras herramientas para castigarlo, como quitarle el respaldo a sus alcaldes. Esta última medida sería letal para Vargas y su partido, cuya propia supervivencia con el nuevo umbral está en juego para las próximas elecciones.

Si se va del gobierno para esperar que algo pase y Santos no vaya a la reelección pero sin una misión concreta encomendada por el Presidente, el riesgo que corre de quemarse es inmenso.

Salvo que Santos le entregue públicamente el manejo de su campaña de reelección, el rol de Vargas por fuera del Gobierno no será fácil. Como le dijo un liberal de peso a La Silla, “Germán no puede ser jefe de debate y hacer las listas de la Unidad Nacional. Sus retos de convocatoria en los tres grandes partidos son inmensos”.

Esta frase elegante se traduce en que Vargas Lleras no tiene ningún liderazgo dentro de la Unidad Nacional.

Los liberales lo ven con desconfianza, cuando no lo odian. Hace unos meses, el Ministro casi se va a puños con el gobernador Juan Carlos Gossaín de Bolívar, una estrella ascendente en el partido rojo, pues Vargas Lleras no le reconoció en el discurso de entrega de casas en El Salado la plata que había puesto la Gobernación. El Minvivienda también se peleó con Julio Guerra, el gobernador liberal de Sucre y con Luis Carlos Delgado, el del Tolima.

En el Partido de la U tampoco ven a Vargas con simpatía. Los uribistas que aún quedan en el partido no olvidan su traición a Uribe y entre los santistas la sensación que prevalece es que a Vargas y sus amigos les ha ido mejor en este gobierno que a ellos, que no son santistas “emergentes”.

Por el Partido Conservador no le va mejor. Los uribistas azules no lo quieren por la misma razón que los uribistas de la U, con el agregado de que sienten que fue Vargas Lleras el que primero los echó al fuego con denuncias sobre corrupción en las áreas que estaban bajo su manejo en el Ministerio del Interior y que antes era una cartera conservadora, como Estupefacientes, Inpec y Supernotariado.

Además, los conservadores han resentido la forma en la que Vargas ha repartido la plata de los acueductos, por ejemplo, pues como lo demostró La Silla, esta se ha ido despropocionadamente hacia los alcaldes de Cambio Radical y los liberales.

En conclusión, si Santos le entrega a Vargas la coordinación de su campaña de reelección, la coordinación de acciones con los demás partidos de la Unidad Nacional será todo un reto.

Si esa parte se la da a Gabriel Silva, y le deja a Vargas Lleras el rol de jefe de debate, Vargas Lleras se verá abocado a fijar públicamente su posición frente al proceso de paz, y esta posición no puede ser sino la de defenderlo. Una posición que estratégicamente puede no convenirle.

Hasta ahora, Vargas Lleras ha guardado silencio frente al proceso de paz. Mientras siga siendo Ministro de Vivienda no tendrá que pronunciarse sobre nada que ocurra en La Habana pues hay unos voceros definidos dentro del Gobierno y ni las casas ni los acueductos pasan por la negociación con las Farc.

Este silencio es estratégico pues uno de los activos políticos que tiene Vargas Lleras es la imagen consistente que siempre ha proyectado de mano dura. Ha sido víctima de dos atentados. Aunque uno de ellos se probó que nada tuvo que ver con la guerrilla, en el imaginario colectivo él es un enemigo de las Farc casi tan fuerte como Uribe.

Si el proceso de paz funciona, Vargas Lleras no tendrá otra opción que esperar en la banca el segundo período de Santos. Pero si fracasa, las opciones de Vargas Lleras se disparan. Sin embargo, si durante los 5 o 6 meses anteriores a ese fracaso, él ha estado defendiendo el proceso liderado por el presidente Santos difícilmente podrá ser esa opción alternativa.

Así las cosas, si la encrucijada para Santos es grande, no lo es menos para Vargas Lleras.

¿Qué va a pasar?

En esta coyuntura, hace dos fines de semana se realizó en Cartagena una reunión de estrategia con las personas más allegadas al Primer Mandatario en la que se habló de la posibilidad de anunciar antes del 24 de mayo la intención de reelección, lo que podría interpretarse como una manera de buscar neutralizar a Vargas Lleras.

También se habló en ese encuentro de un probable reajuste en el gabinete con miras a buscar la reelección, lo que minimizaría en la opinión pública la eventual salida de Vargas Lleras. Por supuesto, el cambio más esperado es justamente el de Vargas.

Si este plan se mantiene, en los próximos días se sabrá su desenlace.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...

Fue periodista de historias de Bogotá, editora de La Silla Caribe, editora general, editora de investigaciones y editora de crónicas. Es cartagenera y una apasionada del oficio, especialmente de la crónica y las historias sobre el poder regional. He pasado por medios como El Universal, El Tiempo,...