Sí hubo 'donbernabilidad', pero más allá de Fajardo

En tres temas claves Fajardo ha sido poco contundente en sus pronunciamientos: el debate de EPM e Hidroituango, la educación, y la alcaldía de Bogotá.

Sergio Fajardo cumple un año como candidato presidencial, luego de haberse vuelto a lanzar en febrero del 2020, en un nuevo intento luego de su derrota electoral del 2018. Será la tercera vez que aspire, y la campaña presidencial más larga que enfrente.

A diferencia de rivales que también se lanzaron temprano, como Gustavo Petro, Fajardo no tiene una plataforma legislativa para estar vigente en el día a día de la política. Cuenta con su discurso y su liderazgo público para opinar y sentar posiciones. 

Tras un año de campaña, y cuando aún falta más de un año para las elecciones, en La Silla Vacía hicimos un ejercicio de análisis de este discurso y hablamos con siete personas que trabajan o han trabajado con él, para entender cómo ha ejercido este liderazgo.

Encontramos que, como en el pasado, Fajardo evita la confrontación y es coherente con su postura política alejada de la polarización. 

Sin embargo, esta reticencia a entrar en peleas ha estado presente también en temas claves para mantener la consistencia con sus banderas del pasado. 

Específicamente en tres temas. Primero, la disputa en torno a Empresas Públicas de Medellín (EPM), por su participación en un hecho donde está cuestionado su rol en la defensa de dineros públicos. Segundo, en los debates alrededor de la educación, su bandera política como profesor. Y tercero, la administración de Claudia López en Bogotá, a quien apoyó en campaña, y donde tiene la mayoría de sus votos. 

Fajardo ha opinado en todos los casos, pero no ha estado en el centro de la discusión. A veces porque sus pronunciamientos han sido muy generales; otras, porque han llegado después que los de otras figuras políticas.

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Hidroituango: Fajardo solo explicó después de imputado

Fajardo es, en el papel, uno de los protagonistas del debate central de Medellín: el futuro del proyecto Hidroituango. Fue gobernador de Antioquia y miembro de la junta de la hidroeléctrica -en la que puso a un delegado- entre 2012 y 2015, periodo en el que se construyó el túnel de desviación del río Cauca que luego colapsó en 2018. 

En diciembre, la Contraloría lo imputó, junto a otras 18 personas y nueve empresas, por presuntos sobrecostos por los retrasos en la obra. Como contamos, a Fajardo lo acusan de no supervisar a sus delegados en la junta de Hidroituango, que era la que debía vigilar a EPM en la construcción de la obra.

Sin embargo, el precandidato presidencial fue vago en ese debate cuando inició la investigación de la Contraloría, en noviembre de 2019. En La W, le preguntaron durante 10 minutos cuál fue su rol en el proyecto. Sus respuestas giraron en torno a la complejidad del tema: “Ahí pasan una gran cantidad de cosas, todo eso se tiene que examinar, con todo el gusto voy a explicar qué fue lo que hicimos. Ahora, ¿cómo le explico yo en cuatro años cuánto hicimos?”.

En agosto, cuando Quintero emprendió una demanda contra los contratistas de Hidroituango, la primera opinión de Fajardo pidió evitar la confrontación y dijo sobre Hidroituango: “Necesitamos saber lo que pasó y qué responsabilidad tenemos todos los que participamos”. 

Esa posición general se mantuvo. Un mes después, el 7 de septiembre de 2020, cuando se conoció el informe sobre las causas de la contingencia elaborado por la firma reaseguradora Mapfre, el cual señalaba que el tercer túnel no se construyó con los mismos estándares que los dos primeros, varias figuras políticas cuestionaron a Fajardo. Entre ellas, el senador Rodrigo Lara, de Cambio Radical, y Gustavo Petro.

Ese día, Fajardo publicó una columna en la que dijo: “Quintero señala que va a recuperar 9,9 billones de pesos que ha perdido EPM en el proyecto y que, además, va a enfrentar y a desenmascarar la corrupción. De acuerdo, es legítimo, necesario y urgente”. De nuevo, no hizo referencia puntual a sus acciones como gobernador frente al proyecto. 

Fajardo solo entró en detalles después de ser imputado por la Contraloría, el 3 de diciembre de 2020. Ese día respondió a medios algo que ya había dicho: que la labor de la junta de Hidroituango -de la que hacía parte- era de “exclusiva supervisión, vigilancia y control” de la obra y que “no tomaba decisiones técnicas de construcción, ya que eso le correspondía a EPM”.

Luego, el 13 de diciembre, en una entrevista con Los Danieles, dijo que sí sabía lo que estaba pasando en Hidroituango y que tomó acciones. Explicó que él y sus delegados respaldaron la estrategia de EPM para acelerar la obra, que incluía la construcción del tercer túnel fuera de los diseños originales, y que estas medidas fueron reconocidas como exitosas por un informe de la reaseguradora en abril de 2018, antes de la contingencia. 

Pasaron 11 meses desde el inicio de la investigación de la Contraloría, cuando Fajardo dijo que “con todo el gusto voy a explicar”, hasta que efectivamente entró en detalles

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Educación, una bandera con generalidades

Una de las principales consignas de campaña de Fajardo en 2018 fue “un presidente profesor”, por su perfil académico: es magíster y doctor en Matemáticas de la Universidad de Wisconsin, y sigue ejerciendo la docencia como profesor en el Tecnológico Monterrey. 

Pese a que, como contamos, la educación está en el centro de su proyecto político, e invirtió en este campo el 40 por ciento del presupuesto cuando fue alcalde y el 50 por ciento cuando fue gobernador, como candidato a la presidencia se ha quedado escaso de palabras ante varias coyunturas.

Fajardo fue cuestionado en 2019, durante el paro nacional que fue impulsado en gran medida por los estudiantes. En esa ocasión, fue criticado por no haber salido a las calles el 21 de noviembre, cuando empezaron las marchas, aunque luego explicó que estaba enfermo ese día y se unió a las protestas de los días siguientes.

Su posición entonces fue de apoyo a las marchas y rechazo a la violencia de los manifestantes: “Es una barbaridad ver los casos de violencia. Pero los violentos son una expresión mínima y no representan el verdadero malestar que tiene la ciudadanía.El gobierno debe escuchar al país”.

Recientemente, Fajardo ha defendido el regreso a la educación presencial. En diciembre, presentó plan para el regreso a las clases presenciales, en una columna firmada con varios académicos del sector. Este plan incluye cinco puntos. El primero plantea que “gobernadores y alcaldes, con rectores, maestras y maestros, comunidades de padres de familia, organizaciones de la sociedad civil pueden sentarse a diseñar en conjunto el plan, teniendo en cuenta, por su puesto, todas las condiciones de bioseguridad”. Otro de los puntos plantea que “los planes de estudio y el calendario escolar no pueden ser implementados en el 2021 como si no hubiera pasado nada”.

En sus propuestas, Fajardo no tocó puntos claves del debate público alrededor del tema, como la oposición de los sindicatos de maestros a la presencialidad, o las inversiones que el gobierno y las secretarías debían hacer en infraestructura para facilitar la alternancia.

Sandra García, profesora de la Universidad de Los Andes, y una de las firmantes del texto, acepta que no se metieron en esos debates. Explicó que, en ese momento, las propuestas buscaban “visibilizar el trabajo que han desempeñado los docentes durante el cierre colegios”.  

Pese a ser de las primeras figuras políticas en presentar un plan, Fajardo no ha sido tan visible en el liderazgo discursivo. No hace parte de la campaña #LaEducaciónPresencialEsVital que, como contamos, logró poner en la agenda este año el tema del reinicio de la educación presencial, presionando a Fecode y al gobierno. 

Esta alianza es promovida por académicos, que buscaron a personas reconocidas como Moisés Wassermann, Bruce MacMaster, presidente de la Andi, y Alejandro Gaviria, rector de los Andes y quien, como hemos contado, es potencial rival directo de Fajardo a la presidencia.  

La exviceministra de Educación Isabel Segovia, una de las cuatro personas que comenzaron la estrategia, le dijo a La Silla que la mayoría de promotores y organizaciones se han acercado por su cuenta y que no han tenido contacto con Fajardo: “No hay una iniciativa de contactar candidatos, aunque ellos pueden unirse. Invitamos a las personas que veíamos muy activas con el tema de la apertura de los colegios”.

Frente a la percepción de que las intervenciones de Fajardo han tenido poco liderazgo en el tema educativo, Sandra García, quien firmó con Fajardo la propuesta de reactivación y también estuvo en la campaña posterior de académicos, le dijo a La Silla que “me consta le sigue preocupando el tema educativo, y sigue trabajando en eso y en tener propuestas. Pero entiendo la percepción de que hacia afuera no ha sido tan vocal”.

Como candidato, a diferencia que como gobernante, el compromiso con las causas también se refleja la efectividad de su discurso. Y en estos, a Fajardo todavía le cuesta entrar en debates y detalles, incluso en temas que ha abanderado.

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Bogotá, delegar la voz en lugar de ejercerla

La capital del país es clave para Fajardo por dos razones. Primero, porque paradójicamente allí tiene más fuerza electoral que en el departamento en el que ha gobernado, Antioquia. 

En 2018, Fajardo fue el candidato más votado en Bogotá en primera vuelta, con 34 por ciento de los votos -1,2 millones-, mientras que en Antioquia fue segundo, por debajo de Iván Duque, y obtuvo 731.609 votos.

La segunda razón es que en Bogotá tiene a su aliada más importante actualmente, la alcaldesa Claudia López, quien además lo lanzó a la presidencia para 2022.

El 25 de julio de 2019, el día que López se presentó como candidata a la alcaldía, lo hizo acompañada de Sergio Fajardo, y lo presentó como “futuro presidente de Colombia, sin duda”.

Después de eso, Fajardo ha respaldado la gestión de López, pero sin entrar en temas concretos de la ciudad como la construcción del Metro, la troncal de Transmilenio por la séptima y la crisis económica y de salud.

Más que a decir algo, Fajardo se ha dedicado a retuitear a la alcaldesa y a citarla. 

Martín Rivera Alzate, concejal del partido Verde y quien ha hecho política con Fajardo hace una década, nos dijo que Fajardo lo ha llamado un par de veces para preguntarle acerca de cómo ve a la alcaldía de López. Pero que en su visión electoral “él dice que esto está por encima de lo que pase en la alcaldía de Bogotá”.

Sobre la idea de que le ha faltado asumir posiciones de peso, Rivera dice que “lo conozco y sé que tiene posiciones en todos los temas. Otra cosa es que a veces se enreda explicándolas, o que prefiere no decirlas”.

Además, argumenta Rivera, “Colombia necesita a alguien que le baje el tono a la discusión”. El concejal ve en el tono conciliador de Fajardo una estrategia electoral acertada para el 2022. 

En cambio, Manuel Sarmiento, concejal de Bogotá por el movimiento Dignidad, de Jorge Enrique Robledo, y aliado de Fajardo en la campaña de 2018, le dijo a La Silla que “sí he extrañado que no haya planteado posiciones sobre la ciudad. Creo que serviría que se involucrara más y asumiera posiciones”.

Por ahora, sin embargo, la apuesta de Fajardo en la ciudad en la que concentra la cuarta parte de sus votos ha sido delegar la voz, no ejercerla.

Tras la publicación de este artículo, el equipo del precandidato le envió un documento a La Silla en el que señalan, sobre el tema de Bogotá, que “Sergio Fajardo no es alcalde, ni concejal de Bogotá o congresista”, por lo que no consideran que sus opiniones sobre los temas de la ciudad sea un parámetro para medir sus posturas.

 

 

Política sin ideología

Frente al liderazgo ligero en esos temas, y al apodo de “tibio” que carga Fajardo, la gente que ha trabajado cerca de él considera que el calificativo es, en parte, una estigmatización desde el sector de Gustavo Petro.

En efecto, Fajardo decidió no apoyar ni a Gustavo Petro ni a Iván Duque en la segunda vuelta de 2018. Ocho días antes de las elecciones se fue de vacaciones a ver ballenas en el Pacífico, “lejos del mundanal ruido”.

Su gerente de campaña de 2018, Santiago Londoño, también le dijo a La Silla que el estilo de Fajardo es distinto al de otros candidatos. “Es un académico. Prefiere las sesiones programáticas. Le gusta menos, aunque hoy está fogueado, el tema de los medios”, coincide alguien que estuvo en el corazón de esa campaña y que no da su nombre porque no es vocera.

Como contamos en este perfil previo a las elecciones de 2018, Fajardo es un matemático, y las características de ese oficio definen su forma de hacer política.

Londoño, quien también fue secretario de gobierno de Antioquia en la administración de Fajardo (2012-2015), cree que la percepción de “tibio” comenzó tras su periodo en la gobernación.

Según Londoño, “dejar la gobernación fue volver al día a día. Cuando uno es gobierno no se mete en la discusión, uno ejecuta. Salimos de gobernar a una realidad muy distinta, mucho más fracturada, más agresiva y más rápida por las redes sociales. Él nunca se montó en eso, él no es así.”. 

En efecto, la cultura digital ha tomado nota:

La otra característica del discurso de Fajardo es que suele recurrir a una lista de principios, más cercanos a valores generales que a posiciones ideológicas. Cuando empezó en la política en 1999, promovió la “pluralidad”, la “objetividad”, la “responsabilidad”, la “transparencia” y la “cultura ciudadana”.

La semana pasada su movimiento, Compromiso Ciudadano, actualizó estos principios, para discutirlos en la alianza en la que Fajardo participa con Ángela María Robledo, Humberto De La Calle, el Partido Verde, y otras fuerzas ‘de centro’.

Esta nueva lista de principios incluye la “no violencia”, el “no todo vale” -una consigna que usaron Fajardo y Antanas Mockus en la campaña presidencial de 2010- y la “transparencia”. El noveno punto dice que sus acciones se guían “por el deseo explícito de ser reconocidos/as como honestos”.

Otra persona de la campaña de 2018 le dijo a La Silla que aunque tienen puntos en común, cada valor sirve para “crear unas reglas de juego” y que quieren estar de acuerdo en los principios con sus aliados, antes que en los programas.

“Compromiso ciudadano no tiene ideología, sino que tiene principios”, dice.

Ese ha sido su sello y parte de su éxito político. Pero tras la derrota de 2018, con un escenario en el que se perfilan las mismas fuerzas para 2022, y con el ingrediente adicional de una consulta interpartidista de centro, puede que para convertirse en presidente Fajardo tenga que agregarle más peso a sus palabras.

Nota del editor: esta historia fue modificada luego de su publicación inicial. Incluimos nueva información sobre las intervenciones de Sergio Fajardo que él y su equipo le hicieron llegar a La Silla Vacía. Se trata de intervenciones en temas de educación e hidroituango que fueron omitidas en la versión original. También contactamos a una fuente adicional sobre el tema educativo.  

Periodista en La Silla Vacía hasta 2023. Estudié periodismo en la Universidad de Antioquia y allí hice un diplomado en periodismo literario. Trabajé en El Colombiano y fui subeditor del impreso de El Tiempo. En 2022 participé en el libro 'Los presidenciables' de La Silla Vacía y en 2020 hice parte...