Juan Manuel Santos fue elegido Presidente de Colombia con nueve millones de votos.
Foto: Laura Rico

“Soy el presidente de la unidad nacional”, dijo Juan Manuel Santos en su primer discurso como presidente electo. “Demos la vuelta a la página de los odios, de las divisiones. A Colombia le llegó la hora y esa hora es la hora de la unidad”.

Con un discurso que invita a los colombianos a trabajar juntos en función de un gran acuerdo por la prosperidad de Colombia, con un fuerte mensaje de reconciliación hacia las Cortes, con el compromiso de trabajar por los más pobres y con la promesa de volverse un aliado y un socio comprometido de la comunidad internacional y sobre todo de los vecinos, Juan Manuel Santos se convirtió ayer en el nuevo Presidente de Colombia con el 69 por ciento de la votación.

Con casi nueve millones de votos, un millón y medio de votos más que los obtenidos por Álvaro Uribe en el 2006 y más que la suma de los votos obtenidos por todos los partidos que se le unierson, Juan Manuel Santos se convirtió con un amplio márgen en el presidente que gobernará a Colombia los próximos cuatro años. Antanas Mockus obtuvo el 27,5 de la votación, una votación muy significativa para un partido que no tiene un año de existencia. Tres y medio por ciento de los colombianos votaron en blanco. Y la abstención fue del 57 por ciento.

Santos derrotó a Mockus en todos los departamentos, menos Putumayo, y en todas las ciudades capitales de Colombia, menos en Mocoa y Pasto. El candidato de la U, apoyado por la maquinaria del senador Juan Carlos Martínez, del PIN, logró arrebatarle a Buenaventura a Mockus, la ciudad donde Mockus había ganado el 42 por ciento de los votos en la primera vuelta contra el 30 por ciento de Santos. Allí, Santos le sacó casi 13 puntos el domingo.

En un tiempo récord, la Registraduría y UNE arrojaron la totalidad de los resultados antes de las 6 de la tarde. Y al poco tiempo, Antanas Mockus reconoció la victoria de su contendor. Con un discurso impecable, que le habría ayudado mucho si hubiera sido el de primera vuelta, Mockus definió que la relación del Partido Verde con el nuevo gobierno no será de oposición, sino de “independencia y deliberación”. 

“Apoyarémos aquello que se revele como bueno luego de un intercambio de argumentos libre de presiones”, dijo Mockus. “Y harémos un control justo, ajeno a presiones y favores”. Desde ese mismo instante, Mockus dejó claro que el Partido Verde tiene vocación de poder y marcó el rumbo del partido y su nueva aspiración: conquistar el mayor número de alcaldías y gobernaciones en las elecciones del 2011. Prometió transformar la política en algo que produzca orgullo y admiración. “Si lo soñamos, lo logramos”, dijo Mockus.

La segunda vuelta

De esta manera, termina una de las contiendas más raras e interesantes de la época reciente. Una campaña que arrancó con seis candidatos de peso que representaban todo el espectro político, y que se decantó en dos hombres que simbolizan formas radicalmente diferentes de hacer política.

Por un lado, Juan Manuel Santos, el mejor exponente del político de salón, un experto en las componendas políticas elitistas, un tecnócrata con resultados contundentes en economía, defensa y comercio exterior. Por el otro, Antanas Mockus, un líder visionario excéntrico con una trayectoria sobresaliente como alcalde de Bogotá y quien con una candidatura de cuatro cabezas hizo una campaña típicamente antipolítica.

Mientras Juan Manuel Santos hizo campaña sobre los hombros de toda la clase política colombiana –incluidos varios políticos investigados judicialmente- Antanas Mockus decidió no aliarse con nadie.

En los últimos veinte días, Santos logró cohesionar a todos los partidos políticos tradicionales bajo la sombrilla de un gobierno de unidad nacional. El Partido Conservador, Cambio Radical y un sector mayoritario del Liberal se le adhirieron a pocas horas de su holgada victoria en primera vuelta.

En cambio Mockus rechazó la adhesión del Polo Democrático y no le hizo ninguna oferta de coalición a los liberales ni a los miembros de Cambio Radical que no estaban convencidos de Santos. Los del Polo Democrático hicieron un proselitismo activo a favor del voto en blanco y la abstención. Y aunque es difícil saber qué tanto de la abstención fue por la campaña del Polo y qué tanto por la lluvia, por el Mundial y porque la gran ventaja que ya le había sacado Santos hacia el voto menos decisivo, la abstención fue del 57 por ciento, 6 puntos más que en la primera vuelta y 2 puntos más que en la elección del 2006. En todo caso, fue menor que la votación obtenida por el Polo en la primera vuelta lo que indicaría que no todos sus seguidores le hicieron caso a Gustavo Petro.

Algunos seguramente se fueron con Mockus, quien logró obtener 400 mil votos más que en la primera vuelta para una votación de 3’585.910 votos. Santos aumentó en dos millones su votación inicial, sumando muchos de los votos de los partidos que se le adhirieron.

Mientras Juan Manuel Santos, victorioso, fue a votar en el Liceo Francés, de Bogotá, Mockus fue acompañado a votar por Lucho Garzón, Enrique Peñalosa y su familia. En sus caras, ya estaba dibujada la derrota.
 

Los hitos de la campaña

Uno de los fenómenos más interesantes de la primera vuelta, que fue la Ola Verde generada alrededor de Mockus, se desvaneció en la segunda. Los seguidores verdes no lograron superar la frustración por los resultados tan diferentes a los proyectados por las encuestas y sumidos en la paranoia de que se había cometido fraude en la primera vuelta, fueron perdiendo confianza en un triunfo de su candidato. Ni Mockus ni los otros tres alcaldes lograron crecerse ante la adversidad y por el contrario, terminaron aislándose, sin mostrar un liderazgo fuerte, y poniendo aún más en evidencia la desorganización que caracterizó toda su campaña.

Si bien los verdes intentaron hacer más proselitismo en los barrios y pasar a la ofensiva en los debates, Mockus no logró concretar sus propuestas y pasar de la visión a las estrategias concretas para llevarla a cabo.

Sergio Fajardo, después del accidente en bicicleta que fracturó su cadera, prácticamente desapareció del escenario electoral. Aunque sus intensos dolores no le permitieron estar físicamente presente en la campaña, su asuencia a todo nivel decepcionó a muchos de sus seguidores, e incluso a algunos de sus acompañantes de Compromiso Ciudadano. Se rumora que Santos le ofrecerá el Ministerio de Educación.

Juan Manuel Santos ganó demostrando sus logros anteriores como ministro y convenciendo a los colombianos que votar por él era el equivalente de reelegir a Álvaro Uribe. Aunque en la segunda vuelta hizo énfasis en su propuesta de generar más trabajo y de liderar un gobierno de ‘unidad nacional’, los colombianos votaron masivamente por la continuidad de las políticas del Presidente Uribe, principalmente en lo que tiene que ver con mantener la ofensiva contra las Farc. De hecho, la votación de Santos coincide exactamente con los niveles de favorabilidad del Presidente. A Santos lo eligió el 70 por ciento del país que se ha declarado uribista en los últimos ocho años.

El Presidente Uribe no solo no dejó dudas de que Santos era su sucesor, sino que realizó una abierta e impune intervención política a su favor. Con alocuciones radiales diarias en emisoras comunitarias y en televisión, el Presidente se convirtió en el jefe de debate más efectivo de Santos, infundiendo temor de que sus ‘huevitos’ de la seguridad, la cohesión social y la prosperidad fueran a ser quebrados si quedaban en las manos equivocadas.

En esta campaña, el temor de los beneficiarios de los programas sociales del Gobierno, tales como Familias en Acción, el Sena y el Sisbén a perder sus subsidios si ganaba Antanas Mockus jugó un papel importante. Pero el factor que se impuso al final entre gran parte del electorado fue la sensación de que Mockus no estaba realmente preparado para ser Presidente de Colombia. Su discurso del 30 de mayo, en donde primaron los cánticos más propios de una secta que de un estadista, asustó a muchos que habían votado por él arrastrados por la euforia de la Ola Verde. Y su mal desempeño en los debates, en los que parecía desconocer los detalles de varios temas, acabaron de crear incertidumbre alrededor de su candidatura.

En oposición, Juan Manuel Santos, con una campaña que apuntó a posicionarlo como el heredero de Uribe y a acercarlo a la ideosincracia regional borrando incluso su apellido, logró posicionarse como un político conciliador, capaz de superar la polarización propiciada por Uribe. Y demostrar que sabía por experiencia propia sobre los diferentes temas del país.

El nuevo Presidente

Juan Manuel Santos nació el 10 de agosto de 1951 en una familia de clase alta bogotana en el seno del poder. Es el sobrino nieto del ex presidente Eduardo Santos y el hijo de Enrique Santos, el entonces editor general y dueño del periódico El Tiempo, aún propiedad de su familia y Planeta.

Aunque Santos nunca había ganado un voto, acumuló durante toda su vida múltiples victorias políticas que lo llevaron a donde está hoy. Juan Manuel era el elegido de la familia para convertirse en el heredero de la dirección de El Tiempo pero él desestimó ese destino para perseguir el sueño que tenía desde los diez años: convertirse en Presidente de Colombia. Y no en cualquiera, sino en el mejor.

Hoy, entonces, es la culminación de la primera parte de ese sueño, al que comenzó a acercarse cuando como Ministro de Defensa dio los golpes más duros contra la guerrilla de las Farc.

Aunque inicialmente no era el favorito del Presidente Uribe, gracias a su disciplina de hierro, Santos logró mantenerse oficialmente al margen de la contienda electoral mientras la Corte Constitucional decidía la suerte del referendo reeleccionista. Después de que Noemí Sanín se le atravesó a las aspiraciones de Andrés Felipe Arias, el favorito del Presidente, y lo sacó en la consulta conservadora, Uribe terminó respaldando abiertamente a su ex ministro de Defensa.

Santos llega a la Presidencia con la promesa de mantener la continuidad de la obra de Uribe. Y aunque nadie duda de que hará todo el esfuerzo por mantener la política de Seguridad Democrática, quienes lo conocen le apuestan a que Santos tratará de imprimirle su sello personal a su gobierno. No es posible que sea de otra forma, pues en su historia personal, en su estilo y carácter, Santos y Uribe son como el agua y el aceite.

Con la propuesta de un 'Gobierno de Unidad Nacional', Santos marcó desde la segunda vuelta la primera diferencia, invitando a los opositores Partido Liberal y Cambio Radical a su coalición de gobierno. Una invitación que repitió en su primer discurso como presidente electo y que extendió a Antanas Mockus y el Partido Verde.

Esta movida en pro de un acuerdo nacional no solo imprime un tono más conciliador a su gobierno sino que le garantiza un mayor margen de maniobra y autonomía frente al Partido Conservador, que sin duda se convertirá en la principal trinchera del presidente Uribe a través de 'Uribito'.

Los retos

Son varios los retos que enfrenta el nuevo presidente. Con un déficit fiscal de casi 14 billones -equivalente al 2,8 por ciento del PIB-, una emergencia en el sector salud, una relación hostil frente a la Corte Suprema, una abierta enemistad con los países vecinos, una proliferación de las bandas emergentes y un proceso de Justicia y Paz que no ha logrado su primera condena, la tarea que le espera al nuevo Presidente es monumental.

Santos ha prometido no subir impuestos, mejorar la relación con los otros poderes y con los vecinos, y fortalecer el aspecto de la seguridad ciudadana, uno de los eslabones más débiles de la Seguridad Democrática. En su discurso, ya le pidió cita a las altas Cortes para "trazar una hoja de ruta que nos permita trabajar conjuntamente por mí pais". Propuso una reforma a la justicia concertada con las cortes, "para trazar linderos y que la hagan mas ágil y efectiva. ¿Qué puede esperar la justicia? Respeto, colaboración y autonomía. Que esperamos los colombianos de la justicia? Imparcialidad y prontitud en sus decisiones", dijo Santos, marcando otra diferencia de entrada frente a la confrontación adelantada por el presidente Uribe.

El presidente electo contará con una mayoría holgada en el Congreso para sacar adelante una ambiciosa reforma legislativa en los primeros meses de gobierno. En su discurso, resaltó la importancia de propiciar una mayor formalización de la economía y de un propósito grande de derrotar la pobreza. Tocará ver cómo lo hace sin mencionar los parafiscales, que fueron uno de sus caballitos de batalla durante la campaña contra Mockus. Aunque no mencionó sino una vez la salud, esa será una de las primeras reformas a las que tendrá que meterle el diente.

Y dado que es una persona más globalizada y menos ideológizada que el Presidente Uribe, Santos, como lo anunció ya en su discurso, intentará mejorar las relaciones internacionales. Aunque no le quedará fácil puesto que mantiene una antigua enemistad con Hugo Chávez -quien acusa a Santos de haber apoyado a Carmona después del frustrado golpe en su contra- y con Rafael Correa, quien no le perdona el haber bombardeado el campamento guerrillero de Raúl Reyes violando la frontera ecuatoriana.

Pero su mayor reto es aprovechar las mayorías que le otorga su coalición sin caer preso de las aspiraciones burocráticas de todos los políticos que lo apoyaron lo cual dificultaría sacar un proyecto en función de la mayoría de colombianos. "Soy un convencido de contar con partidos fuertes, en servicio y representación de la gente. Me entenderé con la institucionalidad de los partidos no con el clientelismo", advirtió. Y además, prometió rodearse de la mejor gente.

Juan Manuel Santos le prometió a sus antepasados "comportarse a la altura y servirle bien a mi país". Tendrémos cuatro años los colombianos para exigirle que así sea. El 7 de agosto se posesionará.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...