Hablamos con Juan Ricardo Aparicio de la Facultad de Ciencias Sociales y Jimena Hurtado de la de Economía de Los Andes sobre la poca claridad del término neoliberalismo y, por ende, sus limitaciones para entender las propuestas de los candidatos.

En estas elecciones, en las que están en juego diferentes modelos de sociedad en lo económico, lo político y lo social, para hablar o negar lo que son unos y otros, se suele usar el término neoliberalismo. Sin embargo, no es claro qué significa.

 

Para entender un poco más la complejidad de esa expresión, la Silla Académica habló con Juan Ricardo Aparicio, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales, quien ha publicado varios artículos sobre el tema, entre ellos: “Los desplazados internos: entre las positividades y los residuos de las ma?rgenes*”“El retorno a Mulatos y la Comunidad de Paz de San José de Apartadó” y “Affective capitalism, humanitarianism and extractivism in Colombia: old and new borders for future times“, y Jimena Hurtado, profesora de la Facultad de Economía, de Los Andes, integrantes del grupo de investigación interdisciplinario llamado “Neoliberalismo en Colombia: trayectorias y desafíos” que surgió en respuesta al interés por estudiar cómo han cambiado las políticas económicas en América Latina y en Colombia, especialmente, y eso cómo ha impactado las técnicas de gobierno, la participación comunitaria y, en últimas, el proyecto de sociedad.

La Silla Académica: Ustedes dicen que el término neoliberal carece de una definición clara y se queda corto frente a la realidad ¿por qué lo dicen?

Juan Ricardo Aparicio: Porque para quienes quieren tener respuestas fáciles del tipo: el neoliberalismo es esto o aquello, no las hay.

Jimena Hurtado: Con el neoliberalismo pasa algo especial y es que no es claro qué es lo que evoca, hay consenso en que es una mala palabra, pero no en qué es lo que denunciamos, todos denuncian cosas diferentes.

L.S.A.: ¿Podría decirse que alguno de los candidatos es neoliberal?

J.H.: Es difícil usar la categoría neoliberal para leer las propuestas de los candidatos en estas elecciones.

Si por neoliberalismo se entiende libre mercado absoluto, ninguno está proponiendo que no haya algún tipo de regulación.

Si neoliberalismo es despreocupación total por demandas sociales como la desigualdad, ninguno está de acuerdo con eso.

Si el neoliberalismo es renovación del liberalismo, ahí podrían caber varios, incluso Petro, que está recogiendo propuestas liberales de principios del siglo XX.

El menos, contrario a lo que se dice, es Duque, porque tiene un proyecto neoconservador.

L.S.A.: ¿A qué se refieren con neoconservador?

J.H.: Al modelo de sociedad que propone en términos de valores pues equivale a un proyecto unificado de vida. Iván Duque, por ejemplo, reivindica la familia tradicional compuesta por papá, mamá e hijos y quiere penalizar la dosis personal. Eso implica que el Estado es quien determina cuál es una vida digna de ser vivida.

El neo, que significa renovación, es respecto al modelo económico, pues los conservadores en un principio no eran tan pro libre mercado.

Vargas habla poco del tema pero podría estar más cerca de Duque con su propuesta de creación de un Ministerio de La Mujer y la Familia.

Del lado realmente liberal, en términos de autonomía individual (de poder ser y hacer lo que mejor nos parezca en un marco institucional que nos permita convivir a todos) están Fajardo y De la Calle.

Petro es confuso pero parecería más cercano a preocupaciones como las que han expresado Fajardo y De la Calle.

L.S.A.: ¿A qué le atribuyen la dificultad del término neoliberalismo para evocar algo concreto?

J.H.: A su historia. Pasamos de una reivindicación del término a un uso peyorativo del mismo. Adicionalmente, quienes son llamados neoliberales no se suelen identificar como tales.

El uso del término se remonta a los años 30, cuando surge un movimiento en Europa de renovación del liberalismo que es curioso porque era anti libre mercado, lo contrario a lo que se asocia con neoliberalismo hoy. La premisa era que se les había ido la mano, porque en el siglo XIX que ha sido el mayor período de globalización, fue cuando más ricos se enriquecieron y más pobres se empobrecieron.

Con la guerra, ese movimiento desaparece. Pero queda la llamada Sociedad Mont Pelerin, influenciada por la economía austriaca (Hayek, Mises), asociada con los libertarios, que hoy serían como los neoconservadores y por la Escuela de Chicago y ahí hacemos el salto a América Latina con los Chicago Boys en Chile.

J.R.A.:La historia del uso del término es compleja porque no es lineal hasta los Chicago Boys. Primero surgió en respuesta al exceso de “laissez faire” como menciona Jimena y, después, en respuesta a lo opuesto, es decir, al exceso de Estado, como una crítica al Estado de Bienestar, al Keynesianismo.

J.H.Actualmente, el hecho reciente con el que se asocia el término en Latinoamérica es con el Consenso de Washington, que es un recetario de políticas económicas que buscaban reducir el déficit fiscal, abrir las fronteras para el mercado, estabilizar la tasa de cambio y, que varios países de la región, entre ellos Colombia, adoptaron en los 90s especialmente.

Pero los mismos del Consenso no se identifican como neoliberales, porque defendían al mismo tiempo la existencia del Estado y la implementación de una red de seguridad social. Algo más acorde con el postulado de “el mercado hasta donde se pueda y el Estado hasta donde se necesite”, es decir, con una combinación de ambos.

J.R.A.: Algo similar pasa con los tecnócratas encargados de ejecutar la política económica en el país a quienes entrevistamos. Ninguno de ellos se define como neoliberal, lo que muestra la dificultad de entender el término.

Si el neoliberalismo es renovación del liberalismo, ahí podrían caber varios, incluso Petro, que está recogiendo propuestas liberales de principios del siglo XX.El menos, contrario a lo que se dice, es Duque, porque tiene un proyecto neoconservador.

Jimena Hurtado

L.S.A.: ¿Cómo se identifican los tecnócratas?

J.H.: La palabra que mejor los autodefine es pragmatismo. Se identifican como técnicos formados para resolver problemas urgentes y no como políticos. Cuando les indagamos sobre sus ideas, sobre las universidades en que estudiaron y las escuelas de pensamiento que siguieron, no se consideran herederos de nadie. Uno de los tecnócratas a los que entrevistamos, que es visto como neoliberal, decía que una de sus mayores frustraciones era que consideraba que había sido parte de una de las reformas de más izquierda en el país, con redistribución de tierras, producción agrícola, que de hecho suenan muy parecidas a Petro hoy, y que habían sido movimientos de izquierda los que no habían permitido su implementación.

Por eso es que yo dudo del término neoliberalismo para poder entender lo que está pasando en política hoy y para entender las diferencias entre los candidatos.

L.S.A.: ¿El Estado Social de Derecho que se estableció con la Constitución de 1991 muestra esas contradicciones en el uso del término neoliberal?

J.R.A.: Los noventas son muy interesantes por eso precisamente. Porque en la Constitución de 1991 confluyeron las políticas económicas del Consenso de Washington que apelaban por una reducción del Estado y del déficit fiscal y también las demandas de mayor participación social en las decisiones públicas que dieron lugar a protestas sociales en los 70s y 80s.

Aunque con significados diferentes, ambas convergieron en la descentralización, que significó el cambio de rol del Estado de productor de bienes públicos a regulador, y su empequeñecimiento, pero sólo en el nivel central. También, por un énfasis de la participación y la autonomía. Una confluencia perversa que dió lugar a contradicciones.

Permitió la entrada de una tecnocracia noventera que no podemos llamarla neoliberal porque no quiere pensarse así misma como política y, por el otro, programas de enorme gasto social propios de un Estado interventor, vía Plan Nacional de Rehabilitación –PNR- que ya había empezado desde el Gobierno de Betancur, Red de Solidaridad Social o, más recientemente, Familias en Acción. Lo que concuerda con un pensamiento moral.

La heterogeneidad del Estado colombiano está incluso en el tipo de funcionarios. Las políticas públicas se encarnan en cuerpos de funcionarios que se precian de técnicos pero también en otros que están más influenciados por el trabajo comunitario, lo que hace difícil clasificar el Estado en neoliberal o no.

Foto: Adelaida Ávila

L.S.A.: ¿Cuando hablan de un gasto público grande a partir de la Constitución de 1991 ¿A qué se refieren con que está relacionado con un pensamiento moral?

J.H.: Se refiere a la desilusión frente a la promesa de la globalización con la que se asocia el neoliberalismo consistente en que todos íbamos a mejorar pero no unos mucho más que otros. Eso genera frustración y unas demandas sociales enormes.

Lo que muestran los indicadores es que las condiciones de vida se elevaron y por eso el problema ya no es la pobreza absoluta.

El problema es la pobreza relativa. La gente percibe que su situación frente a los más ricos no necesariamente ha mejorado y que las distancias son cada vez más grandes. Tienen mayores expectativas porque tienen más holgura para pensar y proyectarse hacia el futuro.

Ese es el tema de esta campaña presidencial. Todos están hablando de desigualdad, de concentración de la riqueza lo que no podría explicarse con la caricatura de neoliberalismo que tenemos en la que esos temas no son objeto de discusión porque supuestamente el mercado los resuelve.

L.S.A.: ¿Qué diferencias perciben entre los candidatos en materia de desigualdad?

J.H.: Iván Duque, básicamente, cree que agrandando la torta todos se benefician (trickle down). Es decir, que recortando los impuestos a las empresas se genera más empleo, pero eso está mezclado con mantener algunas políticas que requieren incremento en el gasto público, y nadie sabe cómo va a financiarlo. Para solucionar el problema pensional, por ejempo, Duque afirma que a cada colombiano que nace le va a entregar un fondo de dos, tres millones de pesos.

J.R.A.: En ese sentido, paradójicamente, Duque se sale del libreto neoliberal ortodoxo y técnico. No es el mercado el que está generando esos recursos sino el Estado interventor.

J.H.: Después de Duque está Vargas, es el que menos habla de desigualdad, con su proyecto de vivienda gratis parece apuntar más al problema de pobreza absoluta que a la pobreza relativa.

Fajardo, claramente, se enfoca en la movilidad a través de la educación, la formación de talento humano, que está demostrado que es efectivo.

Aunque un informe reciente del Banco Mundial indica que la prima por educación está bajando, es decir, que se están acercando las demandas por trabajadores calificados y no calificados. Los muy calificados todavía tienen una prima. Lo que reforzaría la concentración de la riqueza. Yo no he oído a Fajardo decir algo al respecto.

De La Calle y Petro le apuntan a la igualdad de oportunidades pero no en el sentido de Duque que todos puedan participar del mercado laboral, como emprendedores, sino que es una igualdad de acceso a derechos por el sólo hecho de ser humanos.

Hay una importante diferencia con Petro respecto a los demás y es que él no sólo se enfoca en cuáles son los bienes redistributivos sino en quién los va a redistribuir y pienso que tiene una profunda desconfianza en que los privados lo puedan hacer, lo que queda demostrado, por ejemplo, en su oposición a los colegios por concesión. Esto es una actitud contraria al liberalismo clásico.

L.S.A.: ¿Las propuestas de redistribución de los candidatos son coherentes con sus propuestas económicas? Ustedes dicen que Duque tiene programas asistencialistas que no sabe cómo va a financiar…

J.H.: En lo económico hay muchas coincidencias. Todos creen en el mercado, en la propiedad privada, en la formación de capital humano y en el aumento de la productividad.

Es difícil hacer distinciones en ese sentido, porque es difícil encontrar a alguien que cuestione la economía de mercado como una forma de asignación de recursos y de aumento de la productividad. Hasta Marx estaba de acuerdo en eso.

No veo que ningún candidato esté proponiendo un Estado intervencionista. Ni siquiera Petro ha propuesto que sea el Estado el que va a producir los bienes y servicios directamente y a planificar la economía, sino que ha propuesto entregar la tierra a la gente que la va a poner producir y eso no significa ser anti mercado. Son proyectos liberales de este país de los 30s y 40s, asociados con López Pumarejo, Lleras, tendientes a hacer más productiva la tierra.

La cuestión es más o menos mercado. Ahí sí hay diferencias. Es decir, en qué tanta ayuda necesita el mercado para lograr los objetivos que queremos como sociedad.

Para mi no es claro cuáles van a ser las fuentes de financiación de los candidatos, especialmente, de Duque y Petro.

Jimena Hurtado

L.S.A.:¿Cuáles son las diferencias?

J.H.:

Para mi no es claro cuáles van a ser las fuentes de financiación de los candidatos, especialmente, de Duque y Petro.

Duque dijo, expresamente, que la plata sale del presupuesto nacional. Pero eso es una cuenta ¿cuáles son las fuentes?

Su propuesta es promover la generación de empleo a través de estímulos a los empresarios, esta idea de que todos somos emprendedores, que es una idea que viene de tiempo atrás y que no ha cambiado nada en términos de redistribución de la riqueza. Por eso, no veo la conexión entre emprendimiento y disminución de la desigualdad ni tampoco claridad en las fuentes de financiación para sus proyectos más asistencialistas.

Petro promueve educación gratuita, reducción de los tiquetes de Transmilenio o incluso transporte gratis y como mecanismo de financiación ha hablado de las regalías, pero nos las hemos gastado y regastado. Por otro lado, habla de una economía más productiva pero hacerlo requiere tiempo y él está ofreciendo cosas de manera inmediata. Si su proyecto es a largo plazo qué va a hacer con el hueco hoy.

De La Calle también ha hablado de facilitarle a las empresas que cada vez produzcan más y mejor. Pero él no lo está pensando como política redistributiva.

Él ha hablado de que la gente pueda ejercer derechos como el trabajo, la educación, y la salud y ha planteado impuestos para ello, enfatizado en que no se debe retroceder en la paz pues varias vías de financiación dependen de ello. Ha hablado de minería pero bien regulada.

En eso se parece mucho a Fajardo quien ha sido explícito en que se requiere una gran capacidad burocrática y administrativa para regular las actividades económicas, no es un Estado pequeño, sino uno que tiene ojos en todas partes y que sanciona donde hay que sancionar y promueve donde hay que promover, aunque este discurso y su experiencia en haberlo hecho antes, no se oye mucho. Lo que se oye es que no es corrupto y, no serlo y ser eficiente, no son sinónimos.

Vargas es el más difícil de leer. Con su política de viviendas gratis y de desarrollo de la infraestructura no está quitando plata de una lado para trasladarla a otro que es la discusión con Ser Pilo Paga, por ejemplo, sino apuntándole más a un problema de pobreza absoluta que de redistribución.

 

L.S.A.: Juan Ricardo, ¿la propuesta de Duque de recortar impuestos a los empresarios ¿cree que genera el tipo de “emprendedores” que de acuerdo a su artículo no son sólo los altos ejecutivos sino aquellos que deben responsabilizarse de su propio futuro bajo esquemas de flexibilización laboral y privatización del gobierno de lo social?

J.R.A.: La idea de emprendimiento neoliberal clásico no se pregunta por la igualdad prácticamente. El mercado está ahí, por tanto, el que es pobre es porque quiere, digamos.

Cuando la idea de emprendimiento no está enmarcada en una igualdad de derechos, que es lo que propone de La Calle, por ejemplo, corre el riesgo de moralizar la pobreza: cualquiera podría ser rico si elige serlo.

Adicionalmente, el paradigma social que va desde Marx hasta nuestro tiempo y que es compartido por la derecha y por la izquierda, es que la única fuente de valía social de la persona y acceso a la riqueza es el trabajo y son unos parásitos quienes no están trabajando.

Lo que arrojan los números es que el mercado aquí en Colombia y en otras geografías es incapaz actualmente de absorber a todos los trabajadores. Duque, especialmente, enfatiza en la eficiencia lo que haría todavía más difícil el panorama.

Por eso está sobre el tapete la discusión actual sobre una renta básica universal y cómo se logra. Es decir, el derecho a participar de las riquezas de un país por el sólo hecho de ser ciudadano del mismo. Algo totalmente opuesto al llamado al emprendimiento.

Está sobre el tapete la discusión actual sobre una renta básica universal

Juan Ricardo Aparicio

L.S.A.: Aunque enfatizan en la complejidad del término, pareciera haber claridad en que lo asistencial desdibuja lo neoliberal

J.H.: Sí, porque ni siquiera es liberal. Si uno piensa el neoliberalismo como continuidad o incluso renovación del liberalismo, su base absoluta es la libertad individual, la autonomía. El asistencialismo es la negación de eso porque es el Estado quien decide lo que es mejor para una persona y no ella misma. 

Es una posición muy conservadora pero hay izquierdas extremas que también adoptan la idea de que: ustedes pobres no pueden pensar coherentemente y yo les voy a decir cómo pensar.

Si neoliberalismo se entiende como el laissez faire total, lleva a la idea que ya mencionaba Juan Ricardo de que los pobres lo son porque quieren, pues si una persona hace buen uso de su libertad, aprovecha las oportunidades, luego logra lo que se propone y no hay cabida al asistencialismo. Hay otro tipo de liberalismo que es el identificamos con De La Calle, que defiende la libertad individual sobre la base de que todos partimos del mismo punto, lo que incluye una idea de justicia como igualdad de oportunidades.

J.R.A.: Y uno nivela con talleres o nivela con tierras.

L.S.A.: ¿A qué se debe la ironía de esta última frase? 

J.R.A.: Yo he estudiado la descentralización y la participación en el contexto de los desplazados y la ayuda humanitaria que se les da. En la ayuda humanitaria a la población desplazada, durante los primeros tres meses tienen derecho a ayudas de emergencia, kits de aseo, etc. Después tienen que hacer cursos de panadería o de máquina plana, presentar proyectos productivos, con la idea de que se conviertan en emprendedores.

No hay una pregunta por las condiciones sociales de existencia de quienes pueden asistir a los cursos. No son todos en la medida que implica que para asistir tiene que dejar de trabajar ese día y ganarse el sustento diario.

El libreto ortodoxo neoliberal es eso: las relaciones sociales están reguladas por el mercado, no hay comunidad, sino, únicamente, individuos y empresas, como bien lo decía Margaret Thatcher. Hay que convertir a la víctima en un actor productivo (homo economicus).

Esa noción de emprendimiento para mí tiende a convertirse en burocracia humanitaria muy técnica e instrumental que invisibiliza el hecho que no todos empezamos la carrera en el mismo lugar.

L.S.A.: ¿Cuál es la línea divisoria entre el asistencialismo y los proyectos que buscan empoderar a la gente?

J.R.A.: Más que asistencialismo o no, porque la entrega de dinero puede estar dirigida a que los destinatarios se conviertan en agentes productivos, creo que la diferencia está en el énfasis o no en la intervención de las causas estructurales de la desigualdad que impiden la productividad.

El Plan Nacional de Rehabilitación, por ejemplo, fue muy novedoso porque atacaba las bases estructurales de la desigualdad en las zonas marginadas. El énfasis era infraestructura, educación, salud, y no talleres. Estas son dos miradas diferentes respecto al simple binomio productividad/emprendimiento.

L.S.A.: Ni el consenso de Washington, ni los tecnócratas en Colombia quieren reconocerse como neoliberales, ¿Por qué?

J.H.: Yo creo que la razón es la asociación con prácticas que resultaron muy costosas, como las políticas económicas promovidas por los Chicago Boys durante la dictadura de Pinochet en Chile, que por más que digan que ellos estaban haciendo economía lo hicieron en ese escenario.

Aunque ocurrió el milagro económico, la concentración del ingreso y la riqueza fue enorme.

Algo similar ocurrió con las políticas económicas implementadas durante los gobiernos de Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en Estados Unidos que se caracterizaron por una despreocupación por promover la redistribución de forma activa, pues confiaban en que el mercado se encargaría.

J.R.A.: De los 70’s, en adelante, la ampliación de la brecha de desigualdad en el mundo ha sido contundente, lo que coincide con políticas neoliberales en el sentido ortodoxo del término como la reducción de impuestos. Otra discusión es si esta brecha ha sido acompañada de la generación de más empleo y la discusión sobre qué tipo de empleo.

Soy la editora de La Silla Amazónica desde 2024 y estoy a cargo del Curso de Inmersión de La Silla. Fui la editora del Detector de Mentiras desde mediados de 2022 hasta 2023. Y previo a eso fui la editora de La Silla Académica desde 2017, un espacio que creamos con Juanita León para traducir periodísticamente...