Hoy se aprobó la conciliación del proyecto de plebiscito en la Cámara de Representantes y el lunes se votará en Senado. Así, se da de esta manera, el pitazo para desatar el debate político que necesita el proceso de paz.

Hoy se aprobó la conciliación del proyecto de plebiscito en la Cámara de Representantes y el lunes se votará en Senado. Así, se da de esta manera, el pitazo para desatar el debate político que necesita el proceso de paz.

Lo que aprobó el Congreso

El texto final del plebiscito definió tres cosas principalmente: primero, para aprobar el plebiscito tiene que ganar el “sí” con más del 13 por ciento del censo electoral, es decir, unos 4.4 millones de votos.  

 

El Gobierno tendrá que divulgar todos los acuerdos de la mesa de La Habana al menos 30 días antes de convocar el plebiscito.

Segundo, los efectos del plebiscito serán vinculantes para el aterrizaje constitucional y legal del Acuerdo de Paz, pero no serán automáticos. Por solicitud del Consejo Gremial, quedó explícito que lo obligatorio es el compromiso del Gobierno a presentar las leyes y reformas que los hagan cumplir.

Y tres, las campañas tanto por el ‘sí’ como por el ‘no’ tendrán idénticos deberes, garantías y espacios de participación en medios de comunicación. Además, aunque se permitirá a los servidores públicos hacer campaña, no habrá financiación pública para las campañas.

De esta manera, y dado que se da por descontado que la conciliación será aprobada por la plenaria del Senado que está citada para el próximo lunes a las 2 de la tarde para votarlo, ahora sí arranca el debate político de la paz.

El debate

El plebiscito aprobado se diseñó de tal manera que necesariamente detona una campaña por el Sí y otra por el No porque los acuerdos de la Habana se entenderían refrendados por los colombianos si los del Sí logran los casi 4 millones y medio de votos y los del No no ganan más votos.

Como los que se oponen al proceso necesitarían ganarles a los que defienden el proceso, la abstención se vuelve más riesgosa dado que el Gobierno hará campaña por el Sí. Es decir, inevitablemente, el próximo año arrancará un intenso debate de fondo sobre el proceso de paz.

Se preparan los contendores

Del lado del Gobierno, habrá dos campañas paralelas. Una, desde Casa de Nariño y otra desde una fundación privada creada por Fabio Villegas, el que para entonces será ex presidente de Avianca. Pero en realidad serán dos caras de la misma estrategia, toda coordinada con el Presidente.

En Casa de Nariño están ya trabajando en la estrategia la ministra consejera de las Comunicaciones Pilar Calderón; la periodista María Alejandra Villamizar; y la oficina de comunicaciones del Alto Comisionado de Paz. Ellos, asesorados por el ex consejero de comunicaciones Juan Mesa y el asesor de comunicaciones Miguel Silva, están trabajando en identificar el mensaje y las estrategias para hacer pedagogía sobre los acuerdos por un lado y por el otro, para movilizar la participación de la gente alrededor del Sí.

El debate sobre cuál debería ser el mensaje gira alrededor de dos vertientes: una egoísta y otra generosa.

Los primeros defienden la idea del CVY (cómo voy yo). Es decir, cómo la paz traerá beneficios para la vida de cada uno de los colombianos.

El riesgo de esta aproximación es que el epicentro del conflicto armado ha sido el campo, y se corre el riesgo de no poder ofrecer muchos ejemplos concretos a los colombianos urbanos, que son los que más votan, de cómo su vida se transformará.

El otro enfoque apelaría a un ideal y a un ciudadano que es capaz de tragarse unos sapos por solidaridad con las víctimas que padecen el conflicto: al ideal de poder vivir en un país en el que todos vivan sin miedo, un país moderno sin grupos armados ilegales.

Entre estas dos vertientes se debate el equipo del gobierno que comienza a debatir sobre el mensaje que articulará los esfuerzos del plebiscito.

Por fuera del gobierno, se comienza a organizar una fundación privada siguiendo el modelo de la Fundación Buen Gobierno durante la campaña por la reelección.

La idea es que esta organización privada fundada por Villegas y Miguel Silva, recaude plata y apoyos de la empresa privada y de otras organizaciones y personas para hacer una campaña por el Sí. En este caso, ya es claro que el mensaje será altruista.

El objetivo de esta estructura paralela es, por un lado, conseguir plata dado que la financiación pública no se aprobó. Y por el otro, sembrar la idea de que la paz no es del presidente Santos sino de todos los colombianos.

Aún no está definido quién encarnará la campaña por el No, pero es obvio que tendrá cara uribista.

El Centro Democrático, según le dijo un senador a La Silla, aún no ha definido si le apostará al No o a la Abstención.

Una vertiente considera que primero hay que conocer los acuerdos y que si no los satisfacen hay que dar el debate activo por rechazarlos.

La otra, considera que no vale la pena desgastarse en una campaña para la cual no hay garantías claras de una competencia real. La prueba que esgrimen para ello es que cuando el senador Iván Duque propuso que hubiera financiación pública para ambas campañas, la aplanadora del Gobierno tumbó la proposición.

En esas condiciones, y dado que del Presidente para abajo todos los funcionarios públicos pueden hacer campaña valiéndose de los reflectores de los grandes medios que les mantienen los micrófonos abiertos, ellos consideran que es pelea de tigre con burro amarrado.

El 17 de diciembre, el Centro Democrático convocó a un foro ideológico para definir esta cuestión.

El Consejo Gremial, que ha hecho públicos sus reparos a puntos centrales de los acuerdos logrados en la Habana hasta ahora, no liderará la oposición al no, según pudo confirmar La Silla con algunos de sus miembros. No es claro todavía si gremios específicos lo harán.

Lo que sí es un hecho es que frente a la disyuntiva que ofrece el plebiscito los principales actores políticos del país se tendrán que alinear con el Sí o con el No y asumir las consecuencias políticas de esa alineación.

Como dijo una fuente del gobierno, “es una forma de darle cierre político a un tema que ha sido el centro de polarización del país”.

Por eso, así el gobierno tenga que luego acordar con las Farc otro mecanismo adicional para refrendar los acuerdos que salga de la mesa de negociación, este plebiscito que ya se acordó creará la oportunidad para hacer lo que el Gobierno no ha logrado hasta ahora con éxito: explicarle a los colombianos qué es lo que se ha pactado en la Habana y cómo podría cambiar Colombia a partir de eso.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...

Fui periodista de La Silla Vacía a cargo de cubrir Bogotá, el Congreso y las movidas de poder en el Pacífico. Soy politóloga con maestría en periodismo. Me gusta el periodismo de datos, el reportaje y hago fact checking.