En los últimos años ha tomado mucha fuerza el papel de los economistas como investigadores (privados). La gabardina y el sombrero están siendo desplazados por computadores potentes y bases de datos enormes.

Por: Daniel Mejía 

En los últimos años ha tomado mucha fuerza el papel de los economistas como investigadores (privados). No me refiero a economistas académicos trabajando en el sector privado. Me refiero al papel de  los economistas académicos como detectives. La gabardina y el sombrero están siendo desplazados por computadores potentes y bases de datos enormes. En particular, con el acceso reciente a bases de datos que contienen datos a nivel individual, algunos economistas han descubierto casos de fraude, corrupción y favorecimiento dudoso a  seguidores políticos. Uno de los pioneros de este tipo de estudios fue Steve Levitt (profesor de la Universidad de Chicago y autor de Freakonomics). Usando las respuestas a nivel  individual en un examen estatal en Chicago, Levitt descubrió que había grupos en donde todos los niños  de una misma clase tenían respuestas exactamente iguales de una secuencia consecutiva de preguntas dentro del examen. Lo que Levitt descubrió, en otras palabras, es que algunos profesores, con el fin de mostrar buenos resultados de sus alumnos,  les dieron las respuestas a algunas preguntas a todos los estudiantes de sus clases en un momento donde seguramente no había monitoreo externo.  La prueba (estadística) de fraude  es que la probabilidad de que 30 o 40 estudiantes contesten 30 o 40 preguntas seguidas de selección múltiple exactamente igual es cero.

Ray Fisman, otro de los pioneros de este tipo de estudios, encuentra el valor de las conexiones políticas en Indonesia bajo Suharto. En particular, Fisman encuentra que el precio de  las acciones de las compañías de personas cercanas a Suharto responde de manera muy diferente ante noticias sobre el estado de salud de Suharto cuando se compara con el precio de las acciones de compañías de personas sin conexiones directas con Suharto. En otro estudio, mas reciente, Ted Miguel (profesor de Berkeley y autor con Ray Fisman de Economic Gangsters) encuentra los efectos negativos que enfrentaron las personas que firmaron en la lista Maisanta en Venezuela para revocar el mandato de Hugo Chávez. Miguel y sus co-autores encuentran que las personas que firmaron a favor de la revocatoria vieron una caída en sus ingresos, se les redujo la probabilidad de trabajar en el sector público y les aumento la probabilidad de trabajar en el sector informal. En otras palabras, hay pruebas (estadísticas) bastante confiables de que el gobierno de Chávez claramente penalizo en diferentes dimensiones a sus opositores políticos.   

Estos son solo algunos ejemplos del papel reciente de los economistas académicos como investigadores privados. La pregunta que surge es si este tipo de pruebas estadísticas podrían ser usadas por la justicia para demostrar culpabilidad en casos de corrupción.