Por: Juan Andrés Páez L.

Después del descubrimiento del cartel del papel higiénico la semana pasada, resulta más fácil desconfiar y cuestionar los comportamientos en los precios de algunos sectores en Colombia.

El sector de los fertilizantes es un buen ejemplo. Hace más de año y medio Colombia presenció uno de los paros agrarios más grandes de su historia reciente. Uno de los fuertes reclamos del campesinado colombiano fue el alto costo de los abonos y fertilizantes que usa en su producción y que representan entre el 5-22% de los costos totales. En su plan de gobierno para el periodo 2014-2018, Santos propuso regular el precio de los insumos agrícolas, sin embargo, en lo corrido de su segundo periodo presidencial no se ha visto ningún avance.

En general, el único gran aporte que se ha hecho para medir las irregularidades en este mercado es bastante anterior a las promesas de Santos: la Política de Libertad Vigilada por parte del Ministerio de Agricultura del 12 de Junio de 2006. Gracias a esta medida los importadores, productores y distribuidores de fertilizantes se vieron obligados a informar y hacer público el precio promedio al que han vendido los distintos tipos de abonos. Utilizando estos precios, y teniendo en cuenta el precio internacional y la tasa de cambio se pueden hacer comparaciones de los precios pagados en el exterior y en Colombia.

Por ejemplo, al observar y comparar el precio internacional de algunos fertilizantes como la UREA, el precio local reportado para el mes de febrero de 2014 resulta ser 42% mayor que el precio internacional. De igual forma, si miramos el promedio del precio para todo 2013, es preocupante observar que el precio local fue 40% mayor que el internacional. Lo mismo sucede para fertilizantes como el DAP con precios para 2013 37% mayores que los internacionales, y para el KCL con precios 34% por encima.

 

Fuente: Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Graficas Realización Propia.

 

Esta diferencia entre los precios internacionales y locales se podría explicar por medio de otros costos como aranceles. Sin embargo, los aranceles no pueden ser una de las causas ya que la protección para los fertilizantes agrícolas bajó a partir del 2012 cuando se redujeron los aranceles a 0%.

Ahora bien, además de las diferencias entre el precio internacional y el local, resulta importante ver las características del mercado de los fertilizantes en Colombia, en especial su concentración. Esto es importante ya que si hay varios vendedores es más probable que haya un precio justo y que haya competencia por atraer al consumidor. En cambio, si hay una alta concentración por parte de algunas empresas se generan las condiciones para ponerse de acuerdo y fijar precios altos como ocurrió con el cartel del papel higiénico.

Dos formas de medir esto son los índices de concentración como la tasa de concentración (TC4) y el índice de Herfindalh-Hirschmann (IHH). El primero muestra cuanto suman las participaciones del mercado de las cuatro empresas más grandes, mientras el segundo muestra una ponderación de las participaciones del total de empresas. Según la teoría, un nivel de TC4 entre 50 y 80% tiene un riesgo alto de ser un oligopolio, mientras un nivel por encima del 80% se considera un monopolio. Por el otro lado, un nivel de IHH entre 1000 y 1800 evidencia un mercado con una concentración moderada, pero si supera los 1800 puede ser motivo de investigación en países como Estados Unidos.

Teniendo esto en cuenta, en el mercado total de abonos y fertilizantes para el año 2012, se observa que las cuatro empresas más grandes tienen el 75% del mercado. Entre estas se destaca Abocol con el 29.5%  de las ventas, seguida por Monomeros Colombovenezolanos S.A. y Yara Colombia Ltda.,  con 25.5% y el 12.5% respectivamente. Esto equivale a un IHH de 1735.48 que se clasifica en un nivel moderado y a un TC4 que implica un riesgo alto de oligopolio.

Si se mira el mercado de fertilizantes más desagregadamente los datos son todavía más alarmantes. Por ejemplo, en compuestos NPK, que equivalen al 45% de todos los fertilizantes que se venden en Colombia, la concentración de las cuatro mayores empresas es del 98.17%  y el IHH de 2828. De igual forma, está el mercado de compuestos NP, donde el 74.1% de las ventas totales las  hace Abocol y el 16.2% Yara Ltda., lo que equivale a un IHH de 5788.

Como si todo lo anterior fuera poco, una de las últimas adquisiciones más sonadas en este mercado fue la compra de Abocol por parte de Yara Ltda. por un valor de 377 millones de dólares el pasado 2 de Octubre. Según la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) esta unión no representa un peligro para el consumidor ni existe el riesgo de tener un  abuso de posición dominante, ya que en el mercado se encuentran compañías grandes que contrarrestan el incremento del poder de mercado ganado por esta unión.

En contraste con lo que afirma la SIC,  los datos muestran que esta compra tiene efectos significativos en la concentración del mercado. Por ejemplo, en el mercado de fertilizantes  en  general el IHH pasaría a ser de 2476. De igual forma, en compuestos NPK pasaría a 3647 y en compuestos NP de 8189. En Europa cambios en el IHH de un mercado mayores de 250 generan investigaciones e impedimentos a las uniones por parte de la Comisión Europea, sin embargo, en Colombia esto no parece tener la relevancia suficiente.

El futuro del consumidor de fertilizantes no es muy alentador en Colombia. No solo el gobierno no parece tener esto como una prioridad ahora, sino que además la decisión de la SIC puede perjudicar este mercado en los próximos años. Esperemos que no se necesite otro paro agrario que paralice el país para que por fin se tomen cartas en el asunto, y que avances recientes en regulación como el caso de medicamentos o el descubrimiento del cartel del papel higiénico puedan ser replicados. Mientras tanto Colombia seguirá siendo un paraíso para carteles y oligopolios; privilegiando intereses económicos de unos pocos, mientras las quejas siguen multiplicándose y los precios aumentando en el sector de fertilizantes y en sectores con características similares como el del azúcar o el cemento.