Beatriz Helena Vallejo
Beatriz Helena Vallejo

El 2024 marca un hito al ser un año en donde casi la mitad de los adultos del mundo van a las urnas para elegir cambios de gobierno y representantes parlamentarios. Es el primer año en el que la desinformación tiene la posibilidad de determinar de manera simultánea el rumbo de alrededor de 64 países con gran parte de las democracias más grandes del mundo en ellos. Con cerca de 5 billones de usuarios de plataformas digitales, la opinión pública es altamente vulnerable a la manipulación informática y, por lo tanto, lo es también el rumbo del mundo en los próximos años.

El año de las elecciones nos tiene a quienes estudiamos el fenómeno de la desinformación ocupados y en vilo. Estas son las razones: 

El funcionamiento del cerebro y la manera como tomamos decisiones: NO nos damos cuenta del enorme poder que tiene la desinformación sobre nosotros 

El estudio de los sesgos y de cómo funciona el cerebro nos muestra que en la mayoría de casos, el 99% de las decisiones que tomamos en el día a día se hacen de manera automática. De la misma forma como no podemos procesar el número de personas de camiseta verde que pasaron a nuestro lado mientras íbamos al trabajo en la mañana, no procesamos gran parte de la información que vemos y que no coincide con nuestra visión del mundo. 

Reglas automáticas que son el resultado de miles de años de evolución de nuestro cerebro y que nos facilitan tomar múltiples decisiones en el día a día sin tener que procesar pros y contras de cada una de ellas, se convierten en muchas ocasiones en una trampa que nos impide detenernos. No buscamos o reflexionamos sobre la veracidad y la intención de la información que recibimos en nuestras redes sociales y que compartimos con prontitud cuando algo nos altera. Si algo reduce nuestra incertidumbre sobre algún tema y/o coincide con nuestra visión del mundo, se vuelve una verdad, y muchas veces no nos damos cuenta de la intención detrás de esta información en incidir en nuestras decisiones. 

Discursos apresurados sobre las malas intenciones de unos, de cómo somos víctimas de un grupo con quien no simpatizamos, juicios descontextualizados, mantos de duda sobre instituciones y personas, titulares alarmantes que nos invitan a actuar rápido y a no pensar, han ido moldeando el clima político mundial y nacional. No todo es falso, pero sí muchas veces descontextualizado y con intenciones claras de manipular percepciones y, por lo tanto, acciones. Sin darnos cuenta, la desinformación que inunda las redes sociales ha ido alejando la manera como personas de distintas facciones políticas vemos la realidad, y así también la posibilidad de convivir y dialogar sobre temas que nos interesan a todos. El tribalismo y la polarización crecen, y crece también la dificultad de respetar las reglas de los sistemas democráticos. 

El impacto es silencioso pero notorio en la manera como estamos tomando decisiones todos los días

Como resultado de la desinformación, la división de nuestro mundo en buenos y malos, en quienes sí entendemos el mundo y quienes no lo entienden, en quienes queremos lo mejor para el país y quienes quieren lo peor, es la receta perfecta para justificar la necesidad de desconocer las decisiones de quienes no piensan como nosotros. Tenemos todos los argumentos para que personas “sin la capacidad de tomar buenas decisiones”, o con “malas intenciones”, no sean tenidas en cuenta en el ejercicio democrático. 

Sin pasar por un veredicto o juicio justo, cedemos a nuestra preocupación genuina por nuestros países y caemos en la trampa de pensar que nosotros sí podemos entender el mundo y las intenciones de otros. Nos tomamos la prerrogativa  de despojar de derechos y de humanidad a quienes creemos “incapaces” o “malos”. Resultados electorales nacionales, parlamentarios, procesos legislativos y de órganos de toma de decisiones de cualquier entidad son hoy cuestionados y sentenciados por quienes no están de acuerdo con el resultado.

¿En algún momento sintió que en el párrafo anterior defiendo a quienes piensan distinto a usted? Ese es un efecto de nuestros sesgos y las personas de la orilla política contraria a la suya están pensando lo mismo: leemos e interpretamos la información en función de lo que nos hace sentido.  

La manipulación informática está produciendo un mundo en donde sólo nosotros y quienes piensan como nosotros son legítimos para tomar decisiones. El argumento de que están atacando nuestra democracia nos convierte en los principales detractores de un sistema que establece reglas claras de toma de decisiones en donde todos tenemos el mismo derecho a votar y el deber de respetar las reglas de toma de decisión del sistema en el que todos votamos. Desde sus orígenes en la antigua Atenas hasta los sistemas representativos modernos, la democracia implica la libertad y derecho de votar y de que se respeten las decisiones y las reglas de juego, sin importar la orilla o posición de quienes ganan en cada decisión. 

Aceptar las reglas de juego sólo cuando favorecen nuestras posiciones resulta un ataque directo a las bases de la democracia y la pone en riesgo, sin importar de donde venga este desconocimiento: del gobierno o de la oposición. Es por eso que la desinformación nos está llenando de razones para, sin darnos cuenta, acabar con los sistemas democráticos. 

La oportunidad: la ciencia tiene un abanico de posibilidades que funcionan para que demos un salto y seamos inmunes a la desinformación

No se puede desconocer que el contexto actual preocupa sin embargo el año de las elecciones debe ser un impulso, una oportunidad para proteger nuestra libertad de elegir de las maquinarias de desinformación que hoy tienen en la mira a la mitad del mundo. Sugiero dos formas puntuales para que el año de las elecciones se aproveche como motor de cambio: 1. Buscar entender constantemente cómo está pensando y cómo se está informando quien piensa distinto a nosotros. 2. Aceptando las reglas de juego de la democracia, solo así seguirá siendo un faro de esperanza, libertad y justicia para todos.

P.D. Sobre este tema conversé con Carlos Cortés en Santa Marta hace unos días. Comparto la entrevista.

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Es economista y científica del comportamiento, fundadora de ETHOS BT una consultora de ciencias del comportamiento. Estudió Economía en la Universidad de los Andes y posee una Maestría en Cambio Conductual (MSc Behavioural Change) de University College London (UCL, Inglaterra), así como una Maestría...