Ricardo Roa Castellanos, PhD y experto en cambio climático
Ricardo Roa Castellanos, PhD y experto en cambio climático

Esta columna fue escrita por el columnista invitado Ricardo Roa Castellanos.

Un astro eclipsado para la opinión pública

Hay racionamientos de agua y riesgo de racionamientos eléctricos por la sequía. Por lo que el Sol debía estar de moda en las conversaciones públicas, aunque no lo esté. El riesgo en la insuficiencia de los suministros naturales para los servicios públicos –agua, electricidad y otras energías– se relaciona, en el fondo, con nuestra estrella rectora, pero lo estamos ignorando.

Su comprensión ambiental, científicamente, debía regir la planificación y prevención de las complicaciones relacionadas con la naturaleza en los servicios públicos, pero así tampoco lo hemos hecho. Entendamos aquí un ABC de su crítica relevancia.

El Sol en tiempos geocéntricos

El Sol tiene características propias que redundan a su alrededor. Tan influyente es su rol en el sistema planetario que el clima espacial se da a partir del Sol. Las tormentas, manchas, erupciones, eyecciones y vientos solares pueden afectar las ondas de radio y las satelitales, las redes eléctricas, los GPS e, incluso, la aviación a causa de la emanación de ondas, radiaciones, flujos de protones y electrones.

Las dinámicas siderales del Sol también se cumplen por medio de comportamientos cíclicos. Un ciclo solar (sunspot cycle), que completa e invierte su campo magnético, tiende a durar alrededor de 131 meses, es decir, más o menos 11 años. Cuando la intensidad del ciclo ha disminuido, como durante el periodo de 1645 a 1715, el llamado mínimo solar o mínimo de Maunder se tradujo para la historia universal en la conocida “Pequeña era del hielo”. Eso muestra el impacto climático de los ciclos solares.

En su pico, el Sol produce muchas más manchas, intensas ráfagas, incrementadas llamaradas y arroja desde su superficie miles de millones de toneladas de nubes y gas electrificado hacia la Tierra que el planeta contrarresta por medio de su atmosfera y magnetosfera las cuales absorben radiaciones y desvían el viento solar. Ya que el tamaño del Sol es 109 veces más grande que el de la Tierra, una mancha del Sol y sus coronas, que forman nubes (EMC o eyección de masa coronal) pueden tener 30 veces más del diámetro de nuestro planeta y estas aumentan hasta llegar al denominado pico del ciclo después del cual declinarán.

Científicos astrónomos, precisamente, han calculado que, en este año 2024 el ciclo solar presentaría el pico del ciclo solar 25. Lo anterior tras un crescendo en la formación de 782 grupos de manchas solares, donde aproximadamente la mitad empezaron a darse en 2023. Así como el Mínimo de Maunder concurrió con bajas temperaturas, los picos coinciden con elevaciones de las mismas e incremento de la evaporación ambiental del agua.

El llamado Efecto Carrington fue ejemplo de ello. Dado en 1859, este fenómeno perturbó el campo magnético en la Tierra. La tormenta hizo que las instalaciones de telégrafos se incendiaran y causó inusitadas auroras boreales en México, Madrid, Cuba y el norte de Colombia. Un precedente superior en tiempos de Carlomagno dejó huellas en las cortezas de los árboles según dataciones de carbono 14. En 1989, y 1998, otras EMCs generaron daño infraestructural en redes y transformadores energéticos como en Canadá al inducir apagón electrico y colapso de los cajeros automáticos. En febrero de 2022, 38 de los 49 satélites de Starlink, la firma de Elon Musk, fueron destruidos por uno de estos comportamientos solares. No obstante, su gravedad, el tema es poco informado.

Tan lejos y tan cerca

En sus desplazamientos con relación a los planetas del sistema solar, a veces el Sol está muy cerca de cada planeta (el punto más cercano se llama perihelio) y a veces muy lejos (la distancia más lejana de cada uno es conocida como afelio), ya que las órbitas son ovaladas en su trayectoria, y no circulares, como alguna vez se pensó.

La distancia al Sol no determina las estaciones y la atmósfera sirve para proteger de los cambios de distancia, pero en enero de 2024 se dio la mayor cercanía entre el Sol y la Tierra. Esto coincidió con los incrementos de temperatura fuera de lo normal en los Andes montañosos, la temporada de incendios y la rápida evaporación del agua. El efecto invernadero amortigua la distancia al retener y redistribuir el calor atmosférico.

De este modo, la habitual temporada seca fue amplificada por la convergencia de la corta distancia del Sol, el pico del ciclo solar 25, el fenómeno de El Niño y el reciente fenómeno atmosférico de la Oscilación Madden-Julian (MOJ). Este ha afectado a América Latina desde 2023, reforzando El Niño, y prolongó la sequía para el caso colombiano por calentar el océano Pacífico. Todo ello sin necesidad de explicaciones que recurran a catastrofismos, ni al cambio climático per se.

Los niveles promedio de los embalses, así, bajaron de 70% a inicios de enero a 29% en mitad de abril, al perder por evaporación en 2 días de abril 55,5 MM3, es decir, el equivalente a 215 veces el volumen del lago del parque Simón Bolívar de Bogotá.

O’sole mio y el Niño en clave histórica

No por casualidad, Colombia ha padecido por estos días unos niveles de agua tan bajos en varios de sus embalses que los antecedentes se deben remontar a 40 años atrás y han obligado, de nuevo, como en aquel abril de 1984, a racionamientos del agua. Esto ha sacado el problema de la seguridad hídrica de La Guajira y lo ha puesto como un problema de todos.

El 3 de mayo de 1984, lejos de las actuales acusaciones conspiranoicas sobre la manipulación climática, se daba el parte de victoria tras el tratamiento aéreo realizado por un abril seco. Sobre las hidroeléctricas del norte de Cundinamarca, que surten a Bogotá, fueron bombardeadas con más de 30 cápsulas de sales de yoduro de plata (siembra de nubes o cloud seeding) provocando fuertes aguaceros locales que permitieron salir de tal crisis con la precipitación de unos 13 millones de metros cúbicos de agua inducida artificialmente.

El antecedente de 1984 fue El Niño fuerte de 1982, hasta su finalización en junio de 1983, evento catalogado como uno de los más fuertes de la historia, al durar catorce meses. Es decir, hubo un precedente y su coletazo meteorológico se mantuvo. Razón por la cual, siempre conviene ser prudentes en el comportamiento y buenos administradores de los recursos naturales.

Entender al Sol y la “Luciérnaga”

En paralelo, nuevas crisis relacionadas con el Sol y sus ciclos se dieron, por ejemplo, entre 1991 y 1992. Esta tuvo un significativo impacto económico, particularmente en el sector hidroenergético del país, al provocar el célebre apagón y horario Gaviria, que adelantó una hora los relojes. La crisis originó el programa radial La Luciérnaga, en marzo de 1992, para entretener al público mientras había racionamiento energético durante la vespertina.  A partir de esa época, se realizaron los primeros esfuerzos en el Himat (Instituto de Meteorología, Hidrología y Adecuación de Tierras), ahora Ideam (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales), mediante la aplicación de modelos informáticos hipotéticos de tipo conceptual.

La crisis en la seguridad energética, sensible para los ciudadanos de a pie a través de las elevadas tarifas de los servicios públicos, cuestiona la retórica ambiental facilista y la consigna de descarbonización a ultranza. Debe recordarse que las respuestas al cambio climático y a favor de la naturaleza son para preservar la vida, no un pretexto para atacarla, complicarla o diezmarla.

De haber eliminado las termoeléctricas, nutridas con carbón fósil, estaríamos viviendo como en los tiempos de las cavernas: usando leña e incrementando la empeorada deforestación. La lectura ecológica catastrofista solo ha servido para catapultar las tarifas de los servicios públicos a los ciudadanos, golpear sectores productivos de los que depende el mismo Estado, y subir impuestos asociados a energéticos.

Mientras en abril de 2022, durante una temporada muy lluviosa (La Niña estuvo de 2020-2022), el precio energético promedio ponderado de bolsa fue de 145.66 COP/kWh disminuyendo 36.51% con respecto al precio promedio del marzo anterior que fue de 229.40 COP/kWh, bajó 11.39% con respecto a abril de 2021 que fue de 164.38 COP/kWh. Durante febrero de 2024, el precio promedio de bolsa subió a 573.22 COP/kWh para las generadoras. Al usuario eso le ha implicado alzas constantes por pasar de la anterior cifra el kilovatio hora a 1.186,6 COP/kWh.

En vista de los comportamientos naturales cíclicos, las crisis señalan que los gobiernos deben apelar a la prevención basada en ciencia seria y no a la destrucción creada desde la especulación y la demagogia. Esto es clave a futuro al saber que El Niño hoy ya ha terminado.

¿Qué hacer para disminuir los riesgos multifactoriales asociados a esta problemática compleja? Sembrar árboles para mejorar la atmosfera. A través de estos se incrementa y retiene la humedad, se captura carbono atmosférico, y se mejora la evapotranspiración de los microclimas locales. Dicho esto, ad petendam pluviam, y a comportarnos mejor entre nosotros y con la naturaleza.

Ricardo Roa Castellanos

Profesor e investigador, doctorado en Ciencias Biomédicas de la Universidad Complutense de Madrid y el SwissTPH. Director del Instituto Colombiano de Estudios Bioéticos adscrito a la Academia Nacional de Medicina, Director Científico, Academia Colombiana de Ciencias Veterinarias y experto certificado en Cambio Climático por el Smhi.