James Robinson, profesor de gobierno de la Universidad de Harvard y colombianista, es un super poderoso de las ideas en el país.

Este economista británico hizo su pregrado en economía en la London School of Economics, obtuvo una maestría de economía en la Universidad de Warwick e hizo su doctorado, también en economía, en la Universidad Yale.

Ha sido profesor de las universidades de Melbourne, el Sur de California y California-Berkeley. Fue miembro de la Comisión de la Red de Desarrollo Global, miembro del Consejo sueco sobre la Política de Desarrollo y erudito principal de la Academia de Harvard de Estudios Internacionales y de Área.

Actualmente ocupa la cátedra David Florence de gobierno en la Universidad de Harvard, en donde ha enseñado desde 2009. En los veranos suele estar en Bogotá, enseñando en la facultad de Economía de la Universidad de los Andes.

Su trabajo le ha merecido varios honores como: ser el número 30 en la lista de “Pensadores del Mundo del 2013” hecho por la revista Prospect, una mención honorífica del Consejo de Relaciones Extranjeras de Estados Unidos por su libro “¿Por qué fracasan las naciones?”, y el premio Eccles del 2013, concedido por la facultad de la escuela de negocios de la Universidad Columbia, también por “¿Por qué fracasan las naciones?”.  

“¿Por qué fracasan las naciones?”, escrito por él y por el economista turco Daron Acemoglu, es su libro más conocido. En Colombia su idea de que la variable que más distorsiona al país es la política ha tenido bastante influencia en los círculos intelectuales. Bajo esta misma lógica, argumenta que el narcotráfico es consecuencia de los problemas de la política y no su causa.

Sobre todo ha calado su concepto de las “élites nacionales y las élites regionales”, que -según un humanista- ha ayudado a “entender la configuración del país y a explicar la debilidad del Estado central, las tensiones entre Bogotá y las regiones, los equilibrios que se van produciendo, como el que se vio en esta última elección con Bogotá y la Costa versus todo el centro del país”.

Sus ideas sobre cómo romper la lógica de las élites regionales clientelistas pero con un llamado de atención sobre la importancia de subirlas al bus de la paz -si se quiere tener paz en el territorio- permean la negociación actual en La Habana. De hecho, Robinson es cercano al Comisionado de Paz Sergio Jaramillo.